Olympiacos sumó otra espina en sus enfrentamientos con el Real Madrid. No hubo venganza del cruel desenlace de la temporada pasada, porque los de Chus Mateo rentabilizaron una primera parte perfecta en la que redujeron a la mínima expresión a un rival griego que acabó recuperando la conciencia en la segunda parte para darle algo emoción al choque (87-76) por medio de Alec Peters, máximo anotador del encuentro (23). El conjunto blanco, que tuvo a Musa como líder en puntos (20), pero a Campazzo y el ‘Chacho’ Rodríguez como contrafuertes, deberá evitar en la final ante Panathinaikos (domingo, 21.00 horas) las desconexiones con las que dio una segunda vida a Olympiacos, que, pese a todo, solo pudo acercarse a nueve.
El otro conjunto griego venció con autoridad a Fenerbahce (73-57) en un duelo que empezó tarde por el dispositivo de seguridad de la policía alemana. El cuadro en el que milita el español Juancho Hernángomez y dirige un mito como Ergin Ataman venció desde lo emocional a los turcos. Una lección de la que debían tomar nota Real Madrid y Olympiacos, cuyo partido se retrasó 15 minutos por el tapón que formaron los hinchas del Fenerbahce. A ellos les dio igual. Su espera mereció la pena.
Recital de triples blancos para comenzar
Chus Mateo arrancó con la gran novedad de Eli Ndiaye en el quinteto titular. Si en la primera semifinal reinó el desacierto al inicio, Real Madridy Olympiacos arrancaron con un intercambio de triples con Mario Hezonja ajeno a cualquier ruido, en modo metralleta, hasta poner el 14-6. Papanikolaou alucinaba. Se tuvo que parar el partido, porque el marcador había viajado al futuro, mostrando un tanteador de 67-65. No tuvo mucho de anticipatorio. La interrupción molestó al técnico madridista, por el buen arranque de los suyos.
La respuesta de los de Bartzokas se ejecutó también desde el exterior, pero sin el mismo acierto. En ataque, el Real Madrid estaba brillante, con lo que el plan inicial defensivo de Olympiacos quedó anulado. Un contratiempo importante para un conjunto que había basado su fortaleza en una defensa agresiva. Es más, hasta en esa faceta brillaban más los de Chus Mateo, que rozaban la excelencia en la concentración.
Los griegos eran un juguete en manos del Real Madrid, que, bajo el mando de Campazzo, se aprovechaban una y otra vez de sus desajustes. Total, que hasta Yabusele se unió en la fiesta de los triples del primer cuarto, que terminó con 28-10. Seis tiros de tres con una efectividad fuera de lo normal. Un indolente Olympiacos ni siquiera había comparecido al partido.
Solo McKissic se rebelaba contra el destino
La ventaja le permitía a Chus Mateo gestionar los minutos de sus hombres decisivos. Cuando Olympiacos quiso reaccionar, con un 0-5 de arranque en el segundo cuarto, las fracturas atrás volvían a sacudir a un equipo que sufría con cada conducción y terminaba cada posesión en el último tercio, con el desacierto que esto conlleva. El Real Madrid fue un ejercicio coral donde todos sumaron hasta el 38-18 que obligó a Bartzokas a tomar un tiempo muerto, el estado en que estaba su equipo.
Olympìacos era la incomodidad personificada, porque el partido se estaba yendo a un número de posesiones demasiado alto para su forma de ver el baloncesto. Yabusele dominaba la pintura y hasta en el apartado de rebotes ofensivos, que no es la gran virtud del Real Madrid, vapuleaban los blancos a un rival incapaz de reducir las distancias. El Uber Arena de Berlín era un cementerio, pese a estar colonizado por una de las hinchadas más animosas como la griega.
El Real Madrid activó el modo ‘show’ con la irrupción del ‘Chacho’ Rodríguez y los mates de Vincent Poirier. Una de las sociedades del año que, al igual que el trenzado de Campazzo con la zona, dejaban sin argumentos a un contrincante que mostraba signos de desesperación. Solo McKissic se rebelaban ante el cruel destino. “Levantad las manos para defender”, les pedía Bartzokas a los suyos. Inédito en una semifinal de ‘final four’ que llegó al descanso con un demoledor 56-37. Como muestra del dominio, el Real Madrid dejó a Olympiacos en seis rebotes en la primera mitad y uno en el segundo cuarto.
La resurrección de Olympiacos fue insuficiente
Le sentó bien el descanso a Olympiacos y mal al Real Madrid. Los de Bartzokas lograron rebajar la diferencia a 12 puntos tras entrar bien en la segunda mitad comandados por el ‘espía’ Williams-Goss. El equipo griego robaba con más habilidad y se sentía más ligero, aunque los ‘brates’ del conjunto blanco, Musa y Hezonja, apagaban la revuelta en un encuentro que quería cambiar de color. Las estadísticas se igualaban cada vez más, con Alec Peters llevando al éxtasis a la afición griega al poner la diferencia en tan solo diez puntos.
Terminó siendo de trece al final del tercer cuarto (71-58). El Real Madrid tenía que ser cuidadoso para no echar por tierra todo lo conseguido hasta ese momento. Aunque Peters, con un acierto descomunal en la segunda mitad, se empeñaba en ponerle emoción al partido desde los 6,75 metros, donde los de Chus Mateo perdieron efectividad hasta permitir que Olympiacos redujese la distancia por debajo de la barrera psicológica de la decena.
Lo veía tan cerca Bartzokas, como nunca había pensado antes en el partido, que cometió una técnica que obstaculizó el avance griego. Pero su enemigo lo tenía en casa. Dos pérdidas de Fall hicieron perder comba a Olympiacos, que, por lo menos, iba a caer luchando, no como en la primera mitad. “Solo cinco jodidos minutos”, les reclamó Bartzokas. Y en eso llegaron el ‘Chacho’ Rodríguez y el ‘Facu’ Campazzo como ‘comandantes en jefe’ y mandaron parar la revolución para certificar el triunfo blanco.