Roger Corman tituló su divertido y muy ilustrativo libro de memorias ‘Cómo hice cien filmes en Hollywood y nunca perdí un céntimo’. Lo escribió con Jim Jerome en 1990. No ha podido hacer lo mismo respecto a su vida: falleció el pasado jueves con 98 años. El 5 de abril de 2026 hubiera cumplido los 100, los mismos que su número mítico de películas como director y productor (a lo que debe añadirse que en los 70 y 80 distribuyó en Estados Unidos filmes europeos de peso como ‘Amarcord’ de Fellini, ‘Derzu uzala’ de Kurosawa, ‘El tambor de hojalata’ de Schlöndorff y ‘Mi tío de América’ de Resnais).
Porque aunque hizo cine de serie B –a veces casi serie Z– y es considerado uno de los monarcas de este tipo de producción seriada, Corman era un tipo culto, con buenos gustos cinematográficos, que supo crear un ecosistema para que futuros valores encauzaran sus pasos en la dirección. Es tan rey de la serie B como figura fundamental del cine independiente estadounidense. Aunque explotaba a sus pupilos, haciéndoles trabajar de todo y a destajo en sus películas, sus productoras y sus rodajes se convirtieron en una auténtica escuela cinematográfica.
Todo cinéfilo sabe a quién apadrinó Corman, pero conviene recordar algunos de los nombres, porque la mayoría son los que escribieron la historia de Hollywood, el Nuevo Hollywood y el off-Hollywood a partir de los años 60: Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Monte Hellman, Peter Bogdanovich, Peter Fonda, Jack Nicholson, Curtis Harrington, Lewis Teague, John Sayles, Joe Dante, Jonathan Demme, Ron Howard, James Cameron, Barbara Peeters, Paul Bartel… Y muchos más, la lista es infinita, y ahí están los responsables de ‘El padrino’, ‘Taxi Driver’ o ‘El silencio de los corderos’ para demostrar la impronta de Corman. Sin lo que aprendieron con el productor, Coppola, Scorsese y Demme posiblemente no habrían alcanzado la situación que les permitió rodar las tres películas mencionadas.
El legado de un precursor
Debemos ver a Corman como descubridor de talentos, mecenas de serie B, agente contracultural y, a su manera, profesor de cine: les enseñó a rodar filmes con poco dinero, a solucionar problemas sobre la marcha, a elegir bien en la mesa de montaje y a saber un poco de todo. La escuela perfecta, lejos de las universidades donde se formaron otros de la misma generación de Coppola, como George Lucas y Steven Spielberg. Después se convirtieron en historia.
A muchos de estos directores les produjo filmes baratos de terror: Coppola debutó con ‘Dementia 13’ y Dante con ‘Piraña’, por ejemplo. A otros les ayudó en la financiación de wésterns abstractos como el díptico de Monte Hellman formado por ‘El tiroteo’ y ‘A través del huracán’. A Scorsese le produjo su primer filme profesional, ‘Boxcar Bertha’. Jack Nicholson se formó en la escuela Corman como actor y guionista.
Precisamente un guion suyo está detrás de unas de las películas más célebres de Corman como director, ‘The trip’, una auténtica inmersión subjetiva en la experiencia sicodélica: antes de rodarla, en 1967, Corman probó LSD para ser lo más realista posible en su película. Porque los tupidos árboles de su tarea como productor no pueden ni deben esconder el frondoso bosque que es su filmografía como director.
Corman debutó tras la cámara con una cinta del oeste, ‘Cinco pistolas’ (1955), y fue un estajanovista de la realización: en 1956 llegó a dirigir ocho películas. Su momento culminante, reconocido casi como un autor, llegó con la serie de ocho filmes inspirados en cuentos de Edgar Allan Poe que hizo entre 1960 y 1964, con obras fundamentales del terror gótico como ‘El pozo y el péndulo’, ‘La tumba de Ligeia’ y ‘La máscara de la muerte roja’, la mayoría protagonizadas por Vincent Price.
Hizo muchos filmes baratísimos y alucinantes, hoy muy kitsch, como ‘Attack of the crab monsters’, ‘The viking woman and the sea serpent’ o ‘Teenage caveman’: pura serie B fantástica, adolescente y con efectos especiales de risa. Pero también títulos de culto como la primera versión de ‘La pequeña tienda de los horrores’, los filmes citados sobre Poe, ‘Los ángeles del infierno’ –ascesis del cine motero–, el relato de gánsteres ‘La matanza del día de San Valentín’ y la fascinante ‘El hombre con rayos X en los ojos’, sobre un científico que alcanza una visión cósmica.