“Si mi trofeo se puede arreglar, Eurovisión también”. Con estas palabras, Nemo sentenció la edición más politizada de la historia del festival. Las dijo tras coronarse ganador con 591 puntos y, casi al instante, romper el Micrófono de Cristal. Un buen símil de los vaivenes que han gobernado la 68ª edición: frente a los abucheos, las descalificaciones, los boicots y las amenazas, Suiza ha puesto la nota de luz necesaria para que la cita no sucumbiera. The Code es un canto de amor a sí mismo. A alguien que, tras desnudarse sobre las tablas, se ha vuelto un estandarte de la comunidad LGTBIQ+. Y, desde ayer, de la Europa que busca la paz por encima de todo.
Israel ha terminado quinta a pesar de no tener una canción competitiva, lo que demuestra que su éxito obedece más a motivos políticos que artísticos. De nada han servido los aplausos enlatados con los que han intentado maquillar las pitadas durante su actuación: mientras Eden Golan cantaba, su país seguía matando personas en Gaza. Su presencia, por tanto, sólo ha generado una tensión feroz e innecesaria en un concurso cuya naturaleza dista bastante de estos valores. Las artistas de Portugal, Grecia e Irlanda han sido las únicas en levantar la voz contra una situación que, dado lo sucedido, podría lastrar al certamen. Con un futuro incierto, repasamos los siete hitos que han marcado la final.
¿Por qué ha arrasado Nemo?
Si Israel hubiese ganado Eurovisión, el concurso hubiera entrado en una etapa desconocida que podría tumbar sus cimientos. De ahí que la victoria de Suiza, gracias a una interpretación sublime de Nemo, en cierto modo, haya amortiguado el terremoto. Fue la mejor actuación de la noche, sin duda. Pero, además, la canción relata una historia que le ayudó a trascender la música. Habla de las dudas a las que se enfrentó el artista para descubrir su identidad sexual. Ya sea por empatía, identificación o apoyo, una mayoría aplastante decidió respaldarle: 365 puntos del jurado y 226 del público. Un fenómeno que, por ejemplo, ya vivieron otros ganadores como Conchita Wurst (2014), Salvador Sobral (2017) y Jamala (2018).
¿Cuántas veces ha ganado Suiza?
Suiza fundó el festival y, tras el triunfo de Nemo, refundará el festival. Especialmente crítica con la Unión Europea de Radiodifusión (UER), lo más probable es que tome cartas en el asunto. Esta es la tercera vez que Berna levanta el Micrófono de Cristal. La primera tuvo lugar en 1956, el debut de Eurovisión. Celebrado en Lugano, lo hizo de la mano de Lys Assia y Refrain. Tuvo que esperar 32 años para repetir la hazaña: en 1988 Céline Dion arrasó con Ne partez pas sans moi. Desde entonces, el país ha tenido una carrera irregular con dos terceras plazas en 1993 (Annie Cotton) y 2021 (Gjon’s Tears).
¿Qué le ha fallado a España?
Desde que Zorra ganó el Benidorm Fest, no ha dejado de batir récords. A día de hoy, supera los 16 millones de reproducciones en Spotify y rebasa los 10 millones en YouTube. Además, se colocó en el puesto 2 de las canciones más virales del mundo. Sin olvidar que, tras años de intrascendencia, España ha vuelto a colocar su canción en el debate público. No obstante, un éxito nacional no tiene por qué traducirse en internacional. El problema, por tanto, ha recaído en las expectativas. Nebulossa ha enamorado a Europa, sí. Sólo hay que ver cuando, al colocar el micrófono, el Malmö Arena coreó al unísono “Soy más zorra todavía”. Ahora bien, no ha conseguido que los espectadores levanten el teléfono para votarla. ¿El motivo? Quizá, una escenografía que no ha sabido exportar el potente mensaje que tenía entre manos. No era la mejor voz, pero esto nunca ha sido determinante para ganar (o no) Eurovisión.
¿Cómo se explica el éxito de Israel?
Hurricane ha sido la segunda canción más apoyada por el público (323 votos) y la decimosegunda por el jurado (62 votos), lo que se ha traducido en un quinto puesto en la final. Tan sólo Suiza, Croacia, Ucrania y Francia han superado a Israel. ¿Cómo se explica tal resultado cuando la propuesta, de haber ido por otro país, ni siquiera hubiese superado la semifinal? La política está detrás: la movilización masiva de sus ciudadanos y la victimización de su intérprete les ha acercado a la victoria más dudosa de la historia del certamen.
¿Por qué Israel dio sus 12 puntos a Luxemburgo?
No es casualidad que tanto el público como el jurado de Israel diesen sus 12 puntos a Luxemburgo. Nació en Jerusalén y su victoria en la preselección que organizó la RTL estuvo manchada por intereses extramusicales. Tras 31 años sin participar, el microestado decidió regresar a Eurovisión. Y, para ello, celebró un concurso para escoger a su representante. Gala que, casualmente, se encargó a una productora israelí y que dependió de un comité también con presencia israelí. De hecho, la artista ganó gracias al apoyo de los expertos ya que el televoto la dejó segunda.
¿Hacia dónde se dirige el festival?
Es pronto para decirlo, pero la victoria de Suiza marcará un antes y un después en su agenda. De hecho, ya hay voces que adelantan la expulsión de Israel. Aunque el escenario es incierto, Eurovisión debería tomar cartas en el asunto para devolver a la música su protagonismo. Es evidente que la política seguirá salpicándolo, pero jamás debió dar voz a quienes no respetan los derechos humanos. Por ello, precisamente, expulsaron a Rusia y a Bielorrusia años atrás. Una línea roja que, de cara al futuro, deberá marcar aún más.