Pese a que el deporte puede ser una vía de escape, también se puede convertir en una condena. En un sitio incómodo, donde aquellas horas que antes te daban aire ahora te ahogan. Cada vez más chicas practican deporte y a medida que pasa el tiempo acaban siendo profesionales. Sin embargo, la mayoría acaba dejándolo en su etapa adolescente. Lejos de los mitos que se escuchan hace años sobre la falta de valía o la imposibilidad de compaginarlo, un estudio del Observatori Català de l’Esport del Institut Nacional d’Educació Física de Catalunya (INEFC) ha puesto sobre la mesa los verdaderos motivos. El 70% de las niñas que cursan la ESO, es decir, entre 12 y 16 años, dejan de practicar deporte.
“Hace años empecé haciendo baloncesto en la escuela por mis amigas y porque me gustaba”, inicia Marina Ravés (Barcelona, 2004). “Empecé a tener más motivación, además el nivel subía y decidimos ir a un club. El deporte para mí siempre ha sido para evadirme mientras me lo pasaba bien. Es una cosa que siempre va ligada conmigo. Ahora, lo que me está pasando últimamente es que muchos factores han hecho que mi motivación disminuya. Los horarios, muy tarde, requieren llegar a casa a las doce de la noche teniendo al día siguiente que despertarme muy pronto”, empieza a enumerar la jugadora que, pese a que aún sigue jugando, cada vez valora más el abandonar la pista.
“Además, es un compromiso y, por tanto, no puedo fallar. Es una responsabilidad para el equipo y para todas las jugadoras. Cuando alguien no está motivada hace que tú tampoco lo estés y, por tanto, es una cosa más que juega en contra”, añade. “Y otra cosa es la relación con el entrenador. Este año ha sido buena, pero he tenido mejores [años]. No he conectado tanto como otras veces y quizás todo esto ha sido lo que ha hecho que mi motivación vaya cayendo. Y con ello mi confianza también en la pista y en mí misma. Todo es un bucle. Pero al final sigo pensando que el baloncesto es un deporte que me aporta mucho y por eso da cosa dejarlo”, se sincera Marina.
Causas claras
Sin duda, uno de los enemigos del deporte femenino es el abandono. Así lo certifica el estudio presentado por INEFC en el que, además de cuantificar con cifras, busca los motivos que llevan a esta decisión, además de plantear soluciones para paliar esta huida. El informe se centra en la etapa adolescente, etapa vital donde las niñas deciden dejar el deporte por diferentes motivos. Uno de los que se presenta como punto de inflexión es la propia concepción del cuerpo o el entorno deportivo. Los cambios corporales –entre ellos la llegada de la regla y la transformación del cuerpo– y la ropa deportiva incómoda o de colores que generan inseguridad (como el blanco o los colores claros) repercuten directamente en la toma de decisiones en toda la etapa adolescente.
Las más jóvenes remarcan que la falta o el exceso de exigencia, no adecuado al contexto deportivo en el que se encuentran o la inseguridad en espacios masculinizados, las llevan a dejar el deporte a esa edad, además de la falta de un entorno de confianza. La falta de vínculos con el grupo o de apoyo entre iguales o por la entidad son también factores que computan.
El color de la equipación
“Una de las conclusiones del plan de impulso es que es el momento de hacer cómplices a los hombres. Entre mujeres ya tenemos detectado estos factores, pero en el mundo del deporte tenemos que ser todos. Quien normalmente está en puestos de decisión son ellos y, por ejemplo, son los que deciden el color de la equipación. Y piensan: a lo fácil, la segunda, blanca. Y esto ya genera desazón de por sí en las mujeres”, reflexiona Anna Caula, Secretaria General de l’Esport. “Se piden espacios diferenciados, la presión estética, la menstruación… Son cosas a tener en cuenta a estas edades”, enumera.
Como Marina hay muchas. Algunas ya lo han dejado, mientras otras siguen debatiéndose sobre qué hacer. “En mi equipo hay más compañeras que se han ido desanimando, por estos motivos o por ejemplo también por las lesiones. También conozco a algunas que lo dejaron hace años por eso y estaban quemadas con el deporte”, confiesa.
Los motivos se mantienen con la edad. De hecho, se van añadiendo otros como problemas derivados del entorno. “Estos estudios son importantes porque nos acercan a la realidad y a los diferentes factores que nos afectan. Dependiendo de cada persona, te afectan más unas cosas u otras, pero si modificamos ciertas cosas podemos favorecer el deporte en las chicas adolescentes, que además de físicamente te ayudan a nivel mental“, cuenta la jugadora.
Medidas de choque
Algunas de las medidas para reformular el deporte para evitar el abandono de las jugadoras adolescentes pasan por potenciar equipo femeninos y no mixtos, crear nuevos modelos de competición, incrementar las subvenciones, eliminar estereotipos y feminizar los espacios deportivos con vestuarios exclusivos y una mejor distribución horaria.
El objetivo para todos debe ser que el deporte se convierta en un espacio seguro. Las luchas vienen desde diferentes frentes y están permitiendo avance, pero aún queda mucho por conseguir. “En los últimos años se ha mejorado mucho. Nos hemos implicado mucho, pero opino que todavía falta fijarnos en la perspectiva de las jugadoras, cómo se sienten y qué es lo que necesitan, y profundizar más en esta parte, porque aquí es donde se falla”. La voz la tienen ellas y son perfectamente capaces de alzarla para que no se las acabe obviando o invitando a marcharse.