Todo se mueve a 350 kilómetros por hora. Todo el Mundial de MotoGP va a la misma velocidad que sus poderosas motos. Todo. Incluidas las negociaciones, las conversaciones, las charlas, los rumores, las opciones, las posibilidades de cambiar de equipo, de cambiar de marca, de mejorar el contrato. Todo sucede a la velocidad del viento, del vértigo. Y, en ese sentido, no importa que sea alrededor de un campeonísimo como el catalán Marc Márquez (Ducati), de 31 años y ocho veces rey del Mundial, o en manos de alguien tan modesto como gentil y maravillosamente profesional como el madrileño Raúl Fernández, de 23 años y piloto del equipo satélite de Aprilia, el norteamericano Trackhouse Racing MotoGP.
Mientras a MM93 parece que se le abren todas las puertas habidas y por haber, Fernández pelea desde uno de los equipos más modestos del ‘paddock’ de la categoría reina y con la única Aprilia del 2023 por mantenerse vivo, en activo, en la parrilla más importante del Mundial. Eso sí, Raúl no piensa hacer nada especial, ninguna locura, por conseguir, al finalizar su relación este año con la firma de Noale, seguir siendo un piloto de élite.
Locura de ruido
“Si he de ser sincero y siempre trato de serlo”, ha comentado esta mañana Raúl Fernández a El Periódico de Cataluña, del mismo grupo editorial, “todo lo que está ocurriendo nada más arrancar este Mundial, la temporada, me parece desproporcionado y, desde luego, una locura, no creo que tenga demasiado sentido hablar de cambios de motos, de equipos, de pilotos, cuando aún no hemos empezado la quinta carrera del año. Al final, veremos qué será cierto y qué no de todo este ruino. Yo, por suerte, tengo a mi gente trabajando para mí y, la verdad, lo único que les pido es que traten de evitar que todo ese ruido me distraiga”.
Fernández, como la inmensa mayoría de pilotos, sí, desde luego, también Marc Márquez, está en esa situación, acaba contrato con Aprilia esta temporada y ya se oyen voces que dicen que el norteamericano Joe Roberts, piloto de Moto2, ya ganador, podría ser el candidato a pilotar su Aprilia la próxima temporada.
“Sí, claro, aunque digo que trato de aislarme de todo el ruido, es evidente que también me ha llegado ese rumor y, la verdad, lo encuentro la mar de normal ¿no? Estoy en un equipo norteamericano, una compañía norteamericana acaba de comprar el Mundial (Liberty Media) y llegará, seguro, algún patrocinador estadounidense importante, así que lo lógico sería que buscasen un piloto americano, pero eso no significa que vaya a ocupar mi plaza. Yo pienso ponérselo muy difícil al equipo, desde luego”.
“Estoy en un equipo norteamericano, una compañía norteamericana acaba de adquirir el Mundial, llegará un patrocinador estadounidense, es normal que quieran un piloto norteamericano, pero yo pelearé por seguir en Aprilia”, Raúl Fernández, piloto de Aprilia
Fernández elogia muchísimo (“estoy muy, muy, contento con su llegada”) la figura del nuevo responsable del ‘team’, el italiano Davide Brivio, uno de los descubridores e impulsores del campeonísimo italiano Valentino Rossi y, en su momento, campeón con Yamaha y Suzuki, “pues me ha dado muchísima confianza, me enseña, me ayuda, me protege y estoy aprendiendo muchísimo de él y sus consejos”.
No corre por dinero
Fernández reconoce que pilotar la versión 2023 de Aprilia no le beneficia demasiado, pero insiste, con la honradez que le caracteriza, que “cuando me acabe esta moto, pediré la del 2024, que probé en el test de Jerez y me gustó muchísimo, pero aún sé que la moto que piloto puede ser mucho mejor de lo que es ahora, es decir, que aún debo sacarle más partido y en ello estamos”.
Ni que decir tiene que Fernández insiste en que no está aquí para pelear, para discutir, para ganarse un contrato mejor o una moto mejor. “Yo no corro por y para ganar dinero, hombre, es mi vida, mi profesión y, lógicamente, quiero pelear por estar lo más arriba posible, lo más reconocido posible y, por descontado, un buen contrato, pero para mí, insisto, el dinero no es lo más importante. Estoy aquí porque las motos, las carreras, son mi pasión y es lo que, al parecer, hago bien. Solo quiero sonreír. El día que las motos me borren la sonrisa, lo dejaré. Repito, no estoy aquí por dinero. El día que corra por conseguir un contrato, esto dejará de tener sentido”.
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