Si el fútbol, como decía Gary Lineker, “es un deporte en el que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes”, se podría decir que “la Copa de Europa es una competición en la que juegan once contra once y siempre gana el Real Madrid”. Si los blancos se mirasen en el espejo, no encontrarían en la Champions un equipo más parecido a ellos que el Bayern de Múnich. Un club aristocrático que colecciona títulos y cuya camiseta opera en los rivales un efecto intimidante y en los suyos dispara las prestaciones por encima de las expectativas.
Tuchel nunca perdió en el Bernabéu
Se trata, por tanto, de un duelo entre dos equipos que se profesan un respeto forjado a lo largo de los años y de innumerables enfrentamientos. Este del Bernabéu será el 28º en Copa de Europa, con 12 victorias madrileñas, 11 bávaras y cuatro empates. Los muniqueses sometieron a los merengues el pasado siglo y a partir del 2000 el dominio blanco ha sido incontestable. Algo que los de Rummenigge y Hoeness, ahora en labores ejecutivas, confían en revertir en este partido.
El encuentro, tras el 2-2 de la ida, es una final. Ya advirtió en la sala de prensa del Allianz Arena al final de la ida Thomas Tuchel, “The winner takes it all” (El ganador se lo lleva todo), como cantaba ABBA. Un desafío para dos equipos con ataques quirúrgicos. Sane, Kane, Musiala, Muller, Vinicius, Bellingham, Rodrygo… Un arsenal ofensivo en ambas trincheras, pero con una diferencia notable en defensa, donde un Madrid castigado por las lesiones ha superado ese déficit blindando el área de Lunin con el compromiso coral. Los blancos han recibido 22 tantos en Liga, mientras el Bayern encajaba 41 goles en la Bundesliga.
El partido será aún más vertiginoso que el de Múnich, donde se evidenció que se trata de los dos de los equipos que mejor ‘transicionan’ de Europa. Carletto espera un partido “con intensidad y ritmo ofensivo y defensivo. En esto último pudimos hacer mucho más allí para tener el control. Tenemos jugadores de calidad y rápidos arriba. Somos los dos equipos más peligrosos de Europa en ese sentido”. Un partido de zarpazos como los que dieron en la Múnich Vinicius y Sané, o Rodrygo y Musiala, forzando los penaltis. Dos equipos, como apuntaba Bernardo Silva, de los que “parece que no te están generando peligro y, de repente, te han marcado un gol”.
Tuchel, un estajanovista que exprime la pizarra y no ha perdido nunca en el Bernabéu tras jugar con el Dortmund, PSG y Chelsea (salió victorioso con los ‘blues’), ya ganó la partida en la ida a Ancelotti cambiando de banda a los extremos y metiendo por dentro a Guerreiro en lugar de Goreztka. El alemán también augura “un partido vivo, en el que habrá diferentes fases, serán como olas que vamos a tener que surfear. Ambos tendremos que defender, sufrir, dominar… Trataremos de mantener el balón, pero los dos somos buenos en las transiciones rápidas. Será un partido complejo y la balanza se puede definir por cualquier detalle. No habrá un dominador durante todo el tiempo, pero necesitamos las fases de posesión para recuperarnos y hacerle daño al rival. Tenemos que tener fe en nosotros. Es un partido sin táctica porque el que gane va a Wembley”.
Ancelotti es el madridista que más respeto, “preocupación y un poco de miedo”, le tiene al partido. Pero nadie está más ilusionado que él por alcanzar la final. De lograrlo, habrá coronado una temporada superlativa con un equipo de autor que, sin ser la mejor plantilla ni la más equilibrada de Europa, ha llegado a lo más alto en la Liga, y ahora está a dos pasos de hacerlo en la Champions. Así retrata a quienes criticaron en el inicio del curso el juego del equipo, al calor de los comentarios que brotaban de la zona noble del Bernabéu. Pero Carletto, que lidió con el cacique Berlusconi en Milan y el inefable Hoeness en Múnich, mandó un mensaje a navegantes tras ganar la Liga el pasado sábado: “Háblame del mar marinero…”. Carlo ha circunnavegado las difíciles aguas de esta temporada con inteligencia para unir al vestuario y sobreponerse a los empellones rivales y al fuego amigo.
Tres cambios en el Bayern
Lunin estará en la portería con Carvajal y Mendy en los laterales y Rudiger en el eje de la zaga acompañado de Tchouameni o Nacho. Es la única duda en un once en el que en el medio estarán Kroos, Valverde y Bellingham, con Camavinga o Tchouameni, si decide poner a Nacho en defensa. Y delante, Rodrygo y Vinicius. Más que sorpresas, las novedades tendrán que ver con la disposición táctica, ya sea un 4-4-2 o un 4-2-3-1. O ambos, porque Ancelotti este año apuesta por un Real Madrid mutante para surfear esas olas por las que pasan los partidos, de las que habla Tuchel.
Tuchel, por su parte, podrá contar con De Ligt, que no estuvo en Múnich, y que entrará en eje de la zaga por el surcoreano Kim Min-Jae, señalado al fallar en el gol de Vinicius y cometer penalti sobre Rodrygo. Atrás estarán Kimmich y Mazraoui en las bandas y Dier completando la pareja de centrales. Por delante, Laimer podría jugar junto al serbio Pavlovic, que entraría por Goretzka, y una línea de tres con Gnabry, que desplazaría a Muller, Musiala y Sané, con extremos a pie cambiado cuando lo estime oportuno, y Harry Kane en punta.
Un partido, como afirmaba Manuel Neuer, “en el que pesará mucho el lado emocional porque nos enfrentamos a un rival estupendo. Solo ganaremos si seguimos siendo nosotros mismos y tenemos confianza en los compañeros. No podemos asustarnos en los malos momentos, debemos ayudarnos. Hay que convertir la presión en algo positivo y recordar que la semana pasada estuvimos a punto de ganar al Madrid”. Y concluía confesando a regañadientes que “sí, también hemos preparado los penaltis”.