Ha estrenado un musical en Londres, ‘Opening night’ (basado en la película de John Cassavetes), en junio presentará ‘Dream requiem’ en París, y vuelve a salir de gira, con parada en Les Nits de Barcelona (21 de julio). ¿Vendrá en una nueva etapa de la gira ‘Folkocracy’, su último disco de estudio?
No, el concierto se encuadrará en lo que podemos llamar mi trabajo de noche, una gira que consiste simplemente en yo, cantando mis canciones, de ciudad en ciudad, entreteniendo a la gente y básicamente pagando mi alquiler.
Tiene una faceta de trovador y ‘entertainer’, y otra de compositor sesudo, como ese réquiem con la Filarmónica de Radio France. ¿Dónde se dan cita?
No sé muy bien lo que soy, mi perfil es bastante único y se relaciona con distintos caminos y facetas. Cuando estoy de gira, practico cada día al piano y cultivo mi voz, y trato de ser el mejor cantante e instrumentista posible. Me siento un poco como un atleta. Sí, es una buena manera de decirlo, soy un atleta vocal.
Ya tiene un catálogo de canciones amplio en el que escoger, desde su primer álbum, lanzado en 1998. ¿Diría que hoy sería más difícil que entonces hacerse con un espacio entre el ‘underground’ y el ‘mainstream’?
Todo eso ha cambiado dramáticamente. Cuando empezaba, yo estaba un poco fuera de foco. Mi música era un poco ‘underground’, tratando de sonar especial, pero pude encontrar el camino del ‘mainstream’ a través del cine y la televisión, y viendo lo que hacían artistas como Michael Stipe o Elton John. Ahora se han ampliado las distancias entre lo que es único y ‘underground’ y todo lo que resulta ser comercial, mecánico, previsible… Da un poco de miedo. Ni siquiera creo que ser ‘underground’ sea hoy algo ‘cool’. Es más ‘cool’ ganar un billón de dólares. Sí, me parece un poco triste. Pero las cosas cambian, y de hecho hay una reacción a eso actualmente.
Figuras de éxito como Billie Eilish o Taylor Swift no hacen una música canónicamente comercial.
Las admiro mucho a ambas. Hace poco, en la ceremonia de los Grammy, donde estaba nominado, de repente varias de esas cantantes, Taylor Swift, Olivia Rodrigo…, corrieron hacia mí y vinieron a decirme cuánto les gusta mi música y lo que admiran mi trabajo, lo cual fue muy emocionante. Me dio muchos ánimos el simple hecho de que las generaciones más jóvenes sepan quién soy. Pero no sé cuánto espacio hay en la actualidad para lo realmente inusual. Porque yo he sido una figura muy poco común, salí del armario en el ‘mainstream’ cuando eso no era nada habitual, y he tenido un pie en la ópera, y no he cuidado mucho mi imagen, y en el pasado llevé una vida loca. Creo que todo era más libre cuando era más joven, aunque siempre tiendes a pensar eso cuando te haces mayor.
Tiene una vida aparentemente plácida, ordenada y feliz comparada con los viejos tiempos, cuando llevaba aquella vida loca que dice. ¿Su arte sale hoy de un lugar distinto?
A medida que creces vas conociendo más y más ramas que van brotando, aunque todas salen del mismo tronco. Situaciones intensas de muy diverso orden, desde tomar drogas a tener un hijo y llevar años casado. Esas cosas locas. Vas haciendo malabarismos con los grandes temas de la vida. Las cosas son ahora fundamentalmente distintas para mí, pero creo mantengo el mismo espíritu, no siento que por eso esté más relajado.
No cree en el cliché del artista torturado y creativo.
No puedo negar que existe. El gran triunfo es superarlo y conseguir convertir el dolor en un fruto, y la tragedia en magia. Así es como lo que haces se hace más profundo y hondo. Pero debes pasar antes por la oscuridad. Sí que tiendo a pensar que tienes que sentirte un poco torturado al principio, pero si te quedas ahí, acabará siendo aburrido.
En ‘Folkocracy’ contó con colaboradores afroamericanos como Chaka Khan y John Legend. Ahora hay ese debate sobre la negritud del country a raíz del disco de Beyoncé. ¿Quiso entonces lanzar un mensaje sobre el papel de los afroamericanos en el folk estadounidense?
Me encanta el álbum de Beyoncé. Lo que ha hecho no es nada obvio, te hace pensar mucho y lo he disfrutado. La conexión entre la población negra y el folk está enraizada en la tradición: esas canciones sobre las luchas raciales en Estados Unidos, el fin de la esclavitud, los derechos civiles… Traer a Chaka Khan y a John Legend es un acto pasado de moda, en realidad, y cosas así deberían repetirse.
En el disco también estaba Van Dyke Parks, ¿su mentor?
Se lo debo todo a Van Dyke Parks. Él fue quien trabajó y luchó a favor de mi existencia como artista. Consideré necesario que estuviera en el disco. Creo que actualmente es está escribiendo un libro, de memorias tal vez.
Después del disco de folk, del musical y del réquiem, ¿qué será lo próximo?
Me gustaría hacer pronto otro disco de pop. Ya tengo canciones. También estoy considerando un proyecto de canciones de Kurt Weill, piezas que he cantado últimamente en diversos conciertos. Pero todo lo que he hecho últimamente ha sido muy serio y siento que necesito recuperar mi lado rock’n’roll y volver a bailar un poco.
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