Toni Kroos aterrizó en el Bayern de Múnich el verano de 2006 con 16 años. Por entonces era un prometedor centrocampista llegado del juvenil del Hansa Rostock con una gran visión de juego ¡y con mucho gol! Natural de Greifswald, ciudad hanseática y universitaria situada en Pomerania Occidental, a orillas del Báltico, era un chico introvertido fuera del césped que se transformaba en un líder dentro del campo.
Mundial de Corea Sub-17: Balón de oro y Bote de bronce
Rápidamente fue ascendido al equipo estrella de la cantera del Bayern, el filial, que jugaba la Regionalliga Süd, cuarta división del fútbol alemán, donde terminó su primera temporada con siete goles en 22 partidos. Cifra que nunca ha alcanzado en una temporada como jugador del Real Madrid. Pero fue en el Mundial Sub-17 donde explotó, siendo proclamado Bota de bronce, con cinco goles, y Balón de oro como mejor jugador del torneo. Aquello le abrió las puertas del primer equipo del Bayern, en el que debutó con 17 años, ocho meses y dos días, récord de precocidad en el club entonces. Fue el 26 de septiembre de 2007 en una victoria (5-0) ante el Energie Cottbus en la que repartió dos asistencias en 18 minutos. Comenzaba a atisbarse el tipo de jugador que sería.
Kroos concluyó su primera temporada con 20 partidos en el Bayern, seis de ellos como titular. Sin embargo, aquel estreno efervescente no terminó de traducirse en regularidad en la segunda campaña, pese a debutar en Champions ante la Fiorentina en la fase de grupos. Toni no terminaba de sentirse cómodo en el gigante alemán y se marchó cedido oen enero de 2009 durante una temporada y media a Leverkusen. Allí sí se sintió valorado y así lo prueba el mes superlativo que completó en diciembre de ese año anotando cinco goles y dando cuatro asistencias en cinco partidos. El Kroos de entonces se parecía más al Bellingham del Madrid que al Toni que ha hecho historia en el Bernabéu. Un centrocampista dinámico y llegador con un disparo que abría todas las porterías.
Una renovación de la que se arrepintió
Finalizada la cesión le tocó volver “a un sitio en el que nunca encajó”, apunta su mujer Jessy. Para entonces ya la conocía, porque se cruzaron unas vacaciones en Fuerteventura y desde entonces no se volvieron a separar. No fue un amor a primera vista, fue un idilio que se cocinó a fuego lento, más al modo en el que Toni condimenta los partidos. “Cuando se lo presenté a mis amigos le pedí que fuera amable, porque por su comportamiento podría parecer un poco raro. Necesita más tiempo para abrirse”, cuenta su esposa en su documental. El agente de Kroos, Volker Struth, “un tipo honesto y trabajador” en palabras del madridista, tampoco esconde que “Toni no quería volver del Leverkusen al Bayern. Allí era plenamente feliz y no quería regresar, pero tuvo que hacerlo por contrato”. Kross regresó a Múnich y la sensación de desarraigo en el Bayern aumentó: “Volví y renové. Firmamos en el despacho de Rummenigge y a los 10 minutos me estaba arrepintiendo de haber firmado. No tenía la sensación de que el club estuviera contento por ello”.
El distanciamiento se concretó en 2014, expiraba su contrato y los muniqueses se sentaron a renovarlo. Así lo recuerda el entonces director general del Bayern, Uli Hoeness: “Le ofrecimos una cantidad que era nuestro tope y le dijimos: ‘Lo tomas o lo dejas’. Al segundo me dijo: ‘Lo dejo’. Me sorprendió, pero me gusta la gente como él, gente con principios”. El motivo oficial lo explica Struth: “No podíamos aceptar que no fuera de los jugadores que más ganara en el Bayern”. El real era que Toni no era feliz en Múnich, algo que llegó a los oídos de Real Madrid, que rápidamente le hizo saber que estaban interesados en hacerse con sus servicios.
Además, Kroos aterrizó en el Bernabéu como vigente campeón del mundo tras ganar el título en Brasil, donde brilló con la Maanschaft. Desde que pisó Madrid Kroos es otro jugador dentro y especialmente fuera del campo. Se convirtió en el noveno alemán en fichar por el club blanco tras Günter Netzer, Paul Breitner, Uli Stielike, Bernd Schuster, Bodo Illgner, Christoph Metzelder, Mesut Özil y Sami Khedira. Y desde el primer día cumple a rajatabla el consejo que le dio su abuelo: “No corras mucho en la primera parte, ahorra energía para el segundo. Y no te pongas nervioso, con esa calidad técnica que tienes no debes hacerlo”. Kroos suma ya diez temporadas vistiendo la camiseta blanca y firmando renovaciones con una sonrisa en la boca y la mejor de las justificaciones: “Mi mujer y mi familia están contentos. Y eso es buena señal para el club”, apuntó en su última renovación. Ahora llega a Múnich sin haber anunciado públicamente todavía que jugará un año más en el Madrid, con el que lo ha apalabrado.
‘Iceman’, como se le conoce en el vestuario del Real Madrid, aterrizará en Múnich con tres pares de botas blancas de Adidas en su mochila, las cuales limpia con mimo él mismo para los partidos. Llega en un momento de forma magnífico e ilusionado por volver a vestir la camiseta de su país en la Eurocopa, que se jugará en suelo alemán. Será su particular ‘Last Dance’, un regreso a la selección muy trabajado por Nagelsmann, quien lo quiere como timonel de la pujante Alemania de Musiala, Wirtz, Havertz y compañía.
Kroos nunca se pone nervioso. Es capaz de contestar un mensaje de su mujer al descanso sin abstraerse del partido o aplacar los nervios de sus compañeros en partidos de máxima tensión. En realidad, lo único que le genera algo de incertidumbre es todo aquello que no depende de él. Tiene mucho que ver con la educación que le dio su padre, que fue su primer entrenador, y sin duda el más duro con él. Su capacidad analítica del juego viene de las tardes que pasaban juntos comentando los partidos que veían o repasando los que había jugado Toni. Pero Kroos siempre ha sido un tipo con mucho carismo y personalidad.
El primer día que entrenó como jugador del Real Madrid se saltó todos los protocolos. Así lo recuerda Sergio Ramos: “La gente de fuera siempre se va al ‘Club’, que es como llamamos al rondo de los extranjeros. Pero Toni nos sorprendió porque se vino al de los españoles y se integró muy bien desde el principio”. Allí estaba el alemán con sus botas blancas, un fetiche para él: “Sé que muchos pensarán que estoy loco, pero para mí es importante mirar abajo y ver unas botas blancas. No sé si tengo algún problema psicológico, pero para jugar tengo que llevar botas blancas. Si no, no estoy a gusto”.
Tampoco está a gusto dejándose ver por los sitios de moda de Madrid o en las celebraciones de la plantilla. “No somos muy urbanitas. Preferimos estar en casa como una pareja de viejos. Al principio aún era posible ir a algún sitio con Toni, pero desde 2014 es imposible”, apunta Jessy. Palabras que secunda el jugador: “A mí me gusta estar en casa. Después de los partidos, siempre corro para volver y dormir en casa. Es lo que me da fuerza. Cuando llego a casa me olvido del resultado, si hemos ganado o perdido. En casa soy marido y padre. Es lo que me hace funcionar”.
Un campeón del mundo sin foto con la copa
Pero esa timidez no le impide ser un tipo carismático que huye del populismo y que muestra unos principios muy arraigados. No le importó criticar al Gobierno de Arabia Saudí antes de ir a jugar la Supercopa, lo que le costó la pitada continua de la grada durante el torneo, algo de lo que llegó a hacer broma incluso. Nadie encontrará una foto suya con la Copa del mundo, ni sobre el césped ni en el vestuario, ¡porque no se la hizo! “No echo de menos esa foto en mi colección. No necesito estar en el centro de las celebraciones”. Ni siquiera posó con el resto del equipo y Angela Merkel cuando la primera ministra alemana bajó al vestuario a posar con los campeones. Andaba guardando sus botas en la mochila.
Ese es Toni Kroos, “un tipo socarrón”, apunta Isco, que se ha ganado el cariño de los compañeros y el respeto de los rivales y aficionados con su juego clarividente. El mismo que lleva a Carlo Ancelotti a verse reflejado en él. “Por posicionamiento táctico me identifico mucho con Toni y su estilo de juego. A él no tengo que decirle nada porque es probablemente el jugador que mejor lee el juego de todos los que he entrenado o conocido. No hay mejor director de orquesta para un equipo y para el Real Madrid”. Hoy ‘Iceman’ aterriza en Múnich para medirse al Bayern, un club en el que no fue feliz, pero al que agradece su apuesta por él cuando era un joven desconocido en las filas del Hansa Rostock llegado de la orilla del Báltico.