Echando la vista atrás hacia su primer libro, que llegó después de haberse dedicado básicamente a la poesía, ¿qué significó para usted?
Pues el cambio fue fundamental y por dos vías. Por un lado, porque con esa primera novela aprendí a escribir distinto, a contar historias desde una longitud, una calma y una proximidad a la que antes quizás no accedía, porque la poesía para mí tenía un poquito que ver con el arrebato. Pero el tiempo de la narrativa es un tiempo distinto, requiere de un trabajo también de fondo. Tiene que haber una esperanza, una paciencia y un cariño capaces de sostener ese trabajo, de no rendirte cuando se presentan dificultades o cuando el ánimo baja. Todas esas cosas las conocía por el ensayo académico, pero no por la escritura creativa. Y, por otro lado, fue un cambio muy significativo por la visibilidad de mi trabajo. Porque a pesar de que yo tuviese ya tantos libros de poesía escritos, la visibilidad de la poesía suele ser muchísimo menor que la visibilidad de la narrativa.
Los periodistas siempre interrogamos sobre el miedo al fracaso después de conseguir un gran éxito. Es un planteamiento, a priori, injusto, lo sé…
Tienes razón. Esa pregunta se construye en torno a una realidad que quizás no existiría tal cual si no existiese la pregunta antes. He visto a más compañeras que se encuentran en una situación parecida: primeros trabajos narrativos o ensayísticos que funcionan muy bien y como una sensación de parálisis después. Y para mí era muy importante que pasase lo que pasase, no tuviese como consecuencia la parálisis de mi trabajo ni de mi deseo de escribir, porque ha sido lo que me ha sostenido toda la vida, se hayan publicado más ejemplares o menos de lo que yo escribía. Cada escritura es fruto de su momento. El momento en el que escribí ‘Lo que hay’ era uno al que no desearía volver pero que tuvo la generosidad de dejarme ese libro, pero vitalmente fue un momento muy duro. Ahora estoy en otro más tranquilo, más dulce y vital. Y esta tranquilidad me ha servido para pensar en otras cosas.
Esta nueva historia, ‘La seducción’, y se estructura en torno a dos personajes, una joven fotógrafa y una escritora madura. ¿Se identifica con alguna de ellas?
Me identifico muchísimo con los dos. Ahí está un poco el juego de los desdoblamientos, ¿no? Es algo que también hacemos en la vida, buscarnos en las otras o encontrarnos en las otras. Al final cada una de ellas tiene rasgos que reconozco, que me han atravesado en algún momento y que me han servido para la exploración en profundidad de posiciones distintas. Todas somos muchas distintas a lo largo de la vida.
Sería muy triste y poco práctico quedarse anclado en la misma persona…
Pues sí, pero muchas veces los demás nos piden coherencia. Nos echan en cara que hemos cambiado como si fuese algo negativo. Sin embargo, es inevitable cambiar, sobre todo por adaptación. Si queremos seguir viviendo, pues vamos ajustando cositas. Sin embargo, yo creo que hay una especie de niña que se queda siempre, como que hay una piedra dura que no cambia tanto a lo largo de la vida, pero sí mutan nuestros roles, sobre todo, y nuestras posiciones con respecto a situaciones distintas. Dependiendo de cuándo nos caiga un evento, nos posicionamos en un lado o en otro. Y esas distintas posiciones ofrecen aprendizajes. A mí me sirven mucho estas dos protagonistas para tomar posiciones y aprender con ellas.
Pero aparece un tercer personaje con un rol determinante…
He trabajado mucho con el libro ‘Eros Dulce y Amargo’, de Anne Carson, un ensayo que me ha acompañado muchísimo estos últimos años. Ella habla mucho de la triangulación como la estructura fundamental del deseo. Triangulamos todo el rato y esta tercera mujer, desde luego, funciona en la triangulación. Pero también tiene una vida por sí misma que quizás es más real que la vida de las otras dos.
¿Se siente activista cuando escribe para traer al foco lo que usted denomina como la subcultura lesbiana?
Hay que vivir según tus gustos, tus amores y tus potenciales. Cuando eres lesbiana, tienes siempre un poco de combate. Al final, aunque no tengas un enfrentamiento directo con las personas, tienes un enfrentamiento directo con bases culturales, que son normativas y siempre repiten un poco la misma película. Es como si fuese un combate contra el guion heterosexual. Y desde luego yo sí que me he sentido siempre muy activa en la destrucción de este guion para que la vida dentro de la cultura heterosexual que nos han enseñado sea una opción dentro de un mar de opciones y, sobre todo, para que todos los cuerpos sientan que la creatividad puede ser un modo de atravesar sus propias existencias, que no tengan que llegar a repetir el guion de la película conocida lo mejor posible, sino que nos sintamos creadoras de nuestro propio texto.
Los libros vuelven a “habitar” desde hoy el Paseo del Parque
La 53ª Feria del Libro de Málaga abre hoy sus páginas y lo hará con una buena noticia: su regreso a su enclave más tradicional y señero, el Paseo del Parque. Hasta el 5 de mayo, las casetas instaladas en la zona ofrecerán una amplia variedad de actividades para niños y adultos, así como la participación de numerosas librerías y editoriales.
«Este año volvemos con más ilusión que nunca por la vuelta al parque y además de ello, seguimos creciendo con cada edición. Volvemos con la certeza de estar en el sitio más emblemático para celebrarla. Deseamos que sea una fiesta donde saquemos los libros a la calle y celebremos la tradición literaria que tiene nuestra ciudad», ha comentado Noelia Clavero, presidenta de la Asociación Feria del Libro.
El escritor y director del Centro Andaluz de las Letras, Justo Navarro, será el encargado de pregonar la fiesta literaria esta tarde, a partir de las 18.00 horas, en el Rectorado de la UMA. Autores como Pablo Rivero, Anna Starobinets, David Uclés, Laura Freixas, Raúl Quinto, Cherry Chic, Juan Arcones, María Speaks English, Pablo Vierci, Marga Dorao o José Manuel Cabra de Luna, entre otros, presentarán sus nuevos libros y mantendrán encuentros con sus lectores.