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Santi Balmes (Love of Lesbian): “Apoyo el referéndum en Cataluña, pero también lo haría por Murcia o Galicia”


Santi Balmes lleva 54 años relatándonos la vida. Desde que tiene uso de razón ha empleado la palabra para iluminar una realidad que siempre le ha parecido tentadora. Primero, como músico. Después, como escritor. Pero, en cualquier caso, como alguien interesado en comprender los tiempos que le rodean. Analítico y pasional, ha librado una contienda personal por alcanzar un objetivo al que parece acercarse. Su última novela, ‘Un día en mi cabeza‘ (Lunwerg), profundiza en esta misión: capítulo a capítulo, desde que se levanta hasta que se acuesta, va asociando cada momento con sus canciones favoritas. Hay tanto de él aquí que, como en sus temas, cada conclusión tiene tintes de corazonada. “La premisa era dejarme llevar… fluir”, sostiene el líder de Love of Lesbian. No le ha fallado la intuición.

¿Ha averiguado algo de sí mismo en este autoanálisis?

No, más allá de que se puede hacer un libro en una semana. Pensaba que no era posible, pero sí. Ahora sé que hay obras cuya ventaja es la espontaneidad. Al final, me he especializado en gestionar los ciclos para cada proyecto.

Dice, en la página 43, que no le importa si su música sobrevivirá. ¿De verdad?

Hay un ejercicio de negación un poco falso. Se trata casi de una resignación. Todos, de algún modo, nos metemos en esta profesión con el ánimo de trascender. Y quien te diga lo contrario miente. Sin embargo, me he dado cuenta de que cada vez hay más personas dedicándose a esto. Y los contenidos se han multiplicado. Por lo que cómo puedes ser tan vanidoso al pensar que tú vas a ser en centro de atención para alguien durante más de 10 minutos. Es una puta barbaridad.

Santi Balmes lleva al frente de Love of Lesbian desde 1997. / Joan Revillas

Una especie de soledad recorre todas las páginas. ¿Usted la ha sufrido en especial?

Hay una soledad mala a la que te lleva la vida y no puedes hacer nada al respecto. Está asociada a la vejez, la pobreza, la enfermedad… Y, luego, está la autoimpuesta. Aquella que te lleva a dialogar contigo. Esa es la creativa. No obstante, tengo que reconocer que he sentido más vértigo que soledad. Los artistas, al ser trabajadores por cuenta propia, curramos a un metro de la niebla. Y te dedicas a soplarla para dar los siguientes pasos. Sientes que estás creando tu futuro constantemente y eso se traduce en una sensación agobiante. Tienes que hacer un esfuerzo doble para abstraerte porque esto nunca puede ser el elemento que te guíe. De lo contrario, sólo me movería por lo comercial.

Cuando habla del suicidio artístico como una honrosa manera de acabar una carrera, ¿lo pondría en práctica con Love of Lesbian?

Lo prefiero a la muerte asistida. Creo que, en toda trayectoria, llega una etapa en la que has de ser consciente de la decadencia. Ese instante en el que descubres que ya no tienes nada más que ofrecer.

Sigue habiendo una concepción monolingüe de España y desde las zonas con lenguas cooficiales no gastamos ni una caloría por cambiarlo

“Conozco a gente que lleva 60 años en mi terruño y jamás ha dado su brazo a torcer. A los catalanes nos importaría un huevo que medio país fuera negro, chino, árabe o aborigen, siempre que hablara catalán”, escribe. ¿Eso quiere decir que, si en Málaga, Cáceres o Burgos lo hablasen, el conflicto territorial terminaría?

Totalmente. Sigue habiendo una concepción monolingüe de España y desde las zonas con lenguas cooficiales no gastamos ni una caloría por cambiarlo. Y, luego, además, hay una visión utilitarista por parte de la extrema derecha. “Mis hijos tienen que estudiar inglés más que catalán, gallego, euskera…”, suelen decir. Este tipo de juicio, al final, propicia que en el planeta vayan a sobrevivir cinco idiomas. Y eso es una pobreza de pensamiento bestial. De igual forma, un nombre en singular para emular un país tan diverso es complicado. La denominación de España lleva a pensar en un único color. Si se llamara Federación de Pueblos Ibéricos…

¿A favor o en contra de un referéndum de autodeterminación en Cataluña?

Lo apoyo, pero también lo haría por Galicia o Murcia. Es muy sano. Lo que me parece increíble es que esta medida sea polémica. Tengo la sensación de que cada vez somos más binarios y ese modo de ver las cosas hace que sólo te llegue información de tu talante político.

En 2011, Santi Balmes debutó en la literatura con 'Yo mataré monstruos por ti'.

En 2011, Santi Balmes debutó en la literatura con ‘Yo mataré monstruos por ti’. / Joan Revillas

¿Cree que se acabará produciendo?

No. No creo que el electorado de ningún partido grande sea lo suficientemente maduro como para aceptarlo. Me parece lo más natural del mundo, pero… En este país va antes ser español que ser de izquierdas o de derechas.

Asegura en el libro que, de publicar un disco en catalán, muchos no lo escucharían o se dedicarían a insultarle. No lo creo.

Me pasé, estoy de acuerdo. Fui demasiado catastrofista. Quizá, estaba asustado por según qué tipo de comentarios había visto en Instagram.

No creo que el electorado de ningún partido grande sea lo suficientemente maduro como para aceptar un referéndum

Reflexiona sobre la muerte en un par de episodios. ¿Le tiene respeto?

Coño, claro. Me gustaría ser un creyente absoluto e ir a un paraíso repleto de fuentes de Coca-Cola. Ojalá pudiera cambiar y, en la última semana de mi existencia, convertirme.

“Mi mayor miedo cuando era joven era quedarme a las puertas de poder vivir de mi vocación”, cuenta. ¿Ahora cuál es?

Perder la honestidad, ese hilo que vibra cuando haces las cosas. No me ha pasado aún, aunque he notado que, a medida que voy haciéndome mayor, las cosas tremebundas que te animaban a coger la guitarra hoy las relativizas. A partir de ahí, se abre un mundo de sutilidades que me gustaría explorar.

A lo largo del libro, Santi Balmes repasa sus canciones favoritas según los momentos de cada día.

A lo largo del libro, Santi Balmes repasa sus canciones favoritas según los momentos de cada día. / Joan Revillas

¿A qué le gustaría cantar?

Es lo que me pregunto a diario. El Santi de ahora debería ser más sutil y más brisa… no un huracán. Debería enfocar las canciones hacia sitios más calmados para estar en consonancia con quien soy en la actualidad.

¿Cuesta lo mismo escribir un libro que un álbum?

Cambia todo. La música tiene mayor complejidad. Es un lenguaje que casi no puedes controlar. Es el más sagrado y el más primario a la vez. El literario es más controlable. Y, si no, dale tiempo. Se trata de un terreno más acotado.

Una última reflexión: “El mundo se ha convertido en un escaparate de tutoriales”. Menudo aburrimiento, ¿no le parece?

El gran problema es que no sé si ésta es la época en la que más estamos aprendiendo. Si bien antes no sabía cocinar, ahora puedo hacer un pollo al limón bastante decente. Pero dudo que estos cursos de hablar inglés y tocar la guitarra en tres semanas sean verdad. Si no, estaríamos rodeados de muchísimos Jimmy Page. Lo próximo va a ser: “Aprenda a operar. En tres meses estará haciéndolo a corazón abierto”. 



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