Este año abril, el suplemento de libros de Prensa Ibérica, cumplía su tercer aniversario y el Dry Martini recibía de la mejor forma posible a los invitados a su fiesta de Sant Jordi: con una exposición de fotografías, HOLA! Barcelona, que hacía mirar desde las paredes a un montón de rostros populares de la movida de la ciudad en los 80: Ouka Lele, Ocaña, Nazario, Ángel Casas, Lydia Delgado… Era un buen presagio: una hedonista conjunción de fiesta y cultura para celebrar que los libros no son solamente su tiempo de lectura, sino también el de elegirlos, comentarlos, conocer a sus autores y, si es posible, tomarse una copa (o unas cuantas) con ellos.
Javier de las Muelas, master and commander del Dry Martini, celebraba que la fiesta de abril tuviera lugar aquí de nuevo. “Es ya un punto de encuentro donde la gente, a través de las palabras impresas, de los libros, con su aroma y su alma, encuentra una excusa para reunirse en un bar, el lugar donde las personas conversan y se enamoran.”
A esas horas ya daba igual si a lo largo del día había lucido el sol o habían mandado las nubes, porque los clandestinos como el speakeasy donde tiene lugar la fiesta son lugares de noche, de oscuridad y de confidencias, aunque aquí lo de la discreción más bien brillaba por su ausencia. Después de una jornada maratoniana de libros y carreras de parada en parada, todo el mundo quería comentar la jugada y descargar el estrés acumulado, que al fin y al cabo la mayoría de los presentes, escritores o currantes del mundo editorial, eran los que se habían pasado el día trabajando a destajo para que fueran los lectores quienes pudieran disfrutar.
Entre los primeros en llegar, la escritora Núria Amat y su amiga la abogada Anna Mañé, las periodistas culturales Anna Guitart y Llucia Ramis, la editora de Destino Anna Soldevila y una veterana de la comunicación de libros como Laura Santaflorentina. La escritora Pilar Eyre, acosumbrada a los cenáculos de poder, se situaba cerca de los políticos (los había de todos los colores, como les contarán en la crónica política de esta fiesta de precampaña), y no muy lejos andaba Jordi Soler, aunque este más discreto, apurando uno de los tartares de salmón que salían de concina y había que cazar al vuelo.
También había otro tipo de reuniones: un corrillo reunía a la escritora María Leach, la editora Anna Casals y la también autora y jefa de prensa Nahir Gutiérrez, todas ellas veteranas de la literatura infantil. En otra esquina del local, una escena que olía a crimen: el reciente Nadal César Pérez Gellida y su compañero de espadas en la novela negra Víctor del Árbol. Otra experta en la materia, Alicia Giménez Barlett, poco aficionada a la vida nocturna, llegó hasta la puerta del Dry Martini, pero se topó tal cola que renunció. Ya se sabe que el éxito de una fiesta conlleva siempre algunas bajas.
La velada era un caminar y tropezarse con escritores a cada paso: Miqui Otero y Juan Pablo Villalobos llegaron juntos y directamente a la barra. También circulaban por un espacio con lleno absoluto Andreu Claret, Rafael Ballbona, Marta Rebón, Karmele Jaio, Pilar Romera, Victoria Bermejo, Ramon Gener, premio Ramon Llul de este año, Jordi Puntí o el editor de Alpha Decay Enric Cucurella. No faltaban nombres conocidos de la vida social de la ciudad como Cristina Castañer o el outsider cultural por antonomasia, el cineasta Albert Serra.
Idioa Moll, editora de Alba, bien escoltada por su autor Carlos Ruiz Caballero, celebraba lo bien que había ido la jornada en la parada que su editorial había dispuesto en Plaça Universitat: “Diría que igual o mejor que el año pasado, pero tengo que esperar a ver los números”. Era un poco la impresión general: la de que este año, como el pasado, todo había vuelto a salir bien. No andaban muy lejos de Idoia su hermano Aitor Moll, consejero delegado de Prensa Ibérica, y Sergui Guillot, director general de esta misma empresa, editora de abril.
Álex Sàlmon, director de este suplemento de libros y alma mater de esta fiesta, celebraba que cada vez se vea a más escritores jóvenes en esta cita. Una de ellas era Beatriz Serrano, que ha convertido su novela El descontento en uno de los fenómenos de la temporada: contratos de seis cifras en EEUU y un montón de traducciones. Entre esa escuadra joven, Berta Gómez Santo Tomás, que dirige con Andrea Gumes el podcast literario Demasiadas mujeres.
Abril une: a medios habitualemente competencia (el exdirector de La Vanguardia Màrius Carol era otro de los presentes) y también a gigantescos grupos editoriales que se disputan a los lectores: estaban Núria Cabutí, CEO de Penguin Random House, y Carlos Crehueras, director del área de relaciones externas del Grupo Planeta. Con buena música de fondo y los cócteles adecuados no es tan difícil enterrar las armas (pacíficas, sí) por unas horas.
Se dice que el cava está en crisis debido a la persistente sequía catalana, estos últimos días amortiguada por las lluvias, pero por toda la U en que consiste el espacio del speakeasy del Dry Martini las copas de Elyssia de Freixenet y las bandejas de queso suizo Emmentaler circulaban generosas, con los camareros haciendo equilibrios para que las bandejas llegaran incólumes de una punta a la otra del recorrido. No llegaron a todos, pero es que esa es también otra de las claves de que una fiesta ha sido un éxito.