No tendrá Joan Laporta muchas ganas de volver a ver al Madrid. Al menos, esta temporada. Pero a quien sí le quedan ganas es a Xavi de seguir en el Barça, tal y como ha revelado RAC-1. Estaría dispuesto el técnico a cumplir el año de contrato que le queda, desdiciéndose así de la palabra dada en enero cuando anunció su marcha en junio, a la espera de la decisión que tome el presidente y si le llegan los refuerzos que pidió.
Pero el técnico, que ha perdido los tres clásicos que ha disputado esta temporada, queda pendiente de una reunión con Laporta y Deco, el director deportivo, para clarificar definitivamente el panorama sobre su futuro. Lo que es evidente es que al Barça de Xavi no le alcanzó, que diría Messi, para competir en este curso, a pesar de que el club ha invertido casi 300 millones de euros, mediante la vía de las ‘palancas’.
En enero dijo que se iba. Ahora, el técnico quiere reunirse con Laporta y Deco para saber si cumplirá el año de contrato que le queda si llegan los refuerzos que pide
Y del 27 de enero, cuando anunció su marcha tras caer en Montjuïc ante el Villarreal (3-5), al 22 de abril, el día después de perder la Liga en el Bernabéu con el Madrid (3-2), han cambiado muchas cosas para Xavi, quien ha encontrado fuerzas, si le traen los refuerzos que necesita, para seguir en el banquillo, a pesar de ese entorno “tóxico”, una de las claves de su salida.
Y Laporta, tres años después de aterrizar en el palco del Camp Nou, se encuentra, de nuevo, en el kilómetro 0. Se asoma a la gran decisión que marcará el desenlace de su segundo mandato. Para empezar, debe decidir si mantiene a Xavi, que le ha pedido quedarse, si le llegan los refuerzos que ha pedido, o emprende un proyecto deportivo totalmente nuevo entregando el poder a un nuevo entrenador. Ya sea Rafa Márquez, la opción más a mano y, además, más barata o mirar fuera eligiendo a Hansi Flick, el exseleccionador alemán. Asequible también porque está en el paro.
El silencio del presidente
Opciones ambas que no complacen del todo al dirigente, quien ya vio con recelo la llegada de Xavi al Camp Nou (noviembre 2021) porque entendía que debía haber tenido un período previo de formación que no se dio. Vino el técnico directamente desde Catar al Barça y logró una Liga y una Supercopa de España.
Pero ahora el Barça se ha desmoronado en cinco días, desmintiendo la tesis esgrimida por Xavi de que el anuncio de su marcha había “liberado” a los jugadores y proporcionado “tranquilidad”al entorno. Cinco días en los que Laporta, un presidente que se distingue por no esquivar los micrófonos, ha escogido el silencio. No habló tras la derrota ante el PSG. También calló el presidente a la salida del Bernabéu, una vez perdida ya definitivamente la Liga, mientras el discurso de Xavi, rotundo e inflexible al inicio, se ha ido suavizando dejando resquicios incluso para su continuidad.
Quiere el técnico hablar con el presidente para ver si podría cumplir el año de contrato que le queda en caso de que aparezca los fichajes que pedía y pide para apuntalar al Barça. Además, en los dos últimos meses, coincidiendo con la reacción del equipo, el técnico ha sido rotundo, tipo dije lo que dije y no hay vuelta atrás. Eso no se le ha escuchado. Fue él quien anunció su marcha. Y fue Laporta quien lo mantuvo por ser quien es. “Una leyenda del club”, se justificó en enero el presidente. Si hubiera sido cualquier otro, el técnico llevaría ya meses en el paro, mientras el club sigue instalado en un permanente clima de inestabilidad.
Sin referencias ideológicas
Vive al día sin un plan prefijado, improvisando soluciones para ir avanzando a corto plazo. No hay en el Barça una mirada lejana ni tampoco se atisba un diagnóstico real y certero sobre los verdaderos problemas que le angustian. Y Laporta, mientras, calla y espera, consciente de que no puede fallar en la elección del nuevo entrenador, desprovisto de las referencias ideológicas (Cruyff, ya fallecido, y Txiki Begiristain, en el Manchester City), que le guiaron en su primer y exitoso mandato donde Rijkaard y Guardiola construyeron obras poderosas.
A Deco, que llegó al cargo de director deportivo en agosto pasado, le tocaría elevar su decisión a Laporta sobre el nuevo entrenador, condicionado como está el club por la ausencia de recursos económicos y estrangulado por el ‘fair play’ salarial de la Liga.