La eliminación del Atlético fue dolorosa. Primero, porque quedar fuera en la antesala de las semifinales de Champions es siempre una bofetada. Después, porque en el primer asalto los rojiblancos ejercieron su superioridad. E incluso en la vuelta, contra un Borussia en tromba, Correa y Morata tuvieron dos claras oportunidades que permitirían hoy contar otra historia. Pero el equipo más goleado de la ‘era Simeone’ y el que más se ha devaluado en Europa no pudo resistir.
La eliminación ‘colchonera’ es el fruto de un proceso de devaluación constante con el que Simeone hace equilibrios. Una función que desempeña conscientemente. Él es el parapeto de la directiva, que se consolaba con la clasificación para el ‘SuperMundial’ de Clubes del año que viene que le reportará, como mínimo, 50 millones de euros.
La plantilla con peor valor de los cuartos de Champions
De entre todas las plantillas que concurrían a los cuartos de la Champions, la peor valorada es la del Atlético, con 417,80 millones, según Transfermarkt, el evaluador de referencia en el fútbol actual. Por encima estaba justamente el Dortmund, con 463,70 millones. El siguiente en la lista es el FC Barcelona, con 839,50. La diferencia entre el conjunto madrileño es poca, pero mientras que la política del Borussia es la de generar beneficios a través de jóvenes valores, el Atlético es un equipo envejecido y que se devalúa año a año.
En la temporada 2018/2019, el club ‘borusser’ se enfrentó al Atlético en la fase de grupos. Aquel curso el equipo del que es propietario Miguel Ángel Gil Marín alcanzó la tasación más alta de su historia: 934,8 millones de euros. Desde entonces no ha dejado de perder valor, temporada a temporada. La justificación de la pandemia matizó las cuentas, pero no oculta la deficiente planificación que actualmente comanda Andrea Berta.
Según datos de Transfermarkt, el Atlético es el club que más se ha devaluado en el último lustro. Desde 2019 la cotización rojiblanca ha caído un 55% con la salida de hombres como Rodri, Lucas Hernández o Thomas Partey que no han sido reemplazados -salvo el regreso de Griezmann- por fichajes del mismo nivel o rendimiento. La muestra más clara de la depauperación está en los últimos mercados.
En el Atlético no queda rastro del ‘cholismo’
El caso de la defensa es el más destacado, porque es por donde el Atlético se ha desangrado esta temporada. No hay ni rastro del ‘cholismo’ que llevó al equipo a dos finales de Champions. En 47 partidos, el equipo de Simeone ha encajado 61 tantos. Es la peor temporada de la ‘era Simeone’ y todavía no ha terminado. Los 57 goles del curso 2021/22 quedaron superados con los cuatro tantos del Dortmund.
En verano llegó Javi Galán del Celta a cambio de cinco millones. En invierno el lateral izquierdo se fue cedido a la Real Sociedad. En esa misma ventana el Atlético incorporó a Çağlar Söyüncü. El central turco, como Galán, se marchó a préstamo al Fenerbahçe. El otro hombre de la zaga que se sumó al Atlético en invierno, Santiago Mouriño (2,7 millones), ni siquiera vistió la rojiblanca. De Uruguay a foguearse en el Real Zaragoza, donde por lo menos está aprovechando la oportunidad.
En el mercado invernal, el Atlético movió ficha tras producirse la salida de un Söyüncü que apenas firmó un par de calamitosas apariciones. Incorporó a Gabriel Paulista, central del Valencia. A priori, un movimiento aceptable dentro de la política ‘low cost’ que mueve a la secretaría rojiblanca. Libre, con experiencia en Primera y que podía aportar desde el primer instante. Resultado también negativo. Simeone se la jugó en Dortmund con Witsel, Hermoso y Giménez como núcleo de centrales. Cuando el belga, un mediocentro reconvertido, no rinde, el equipo se desmorona.
Cuando las individualidades falla no hay equipo
Desde la dirección del club se ha optado por estirar al máximo la edad de jugadores a los que el ritmo de un partido como el de Dortmund les pasa por encima. Es el caso de Koke, aunque su papel fue fundamental frente al Inter. El talento compensa escenarios concretos. Pero resulta complicado competir al máximo nivel con figuras frágiles como Giménez y otras que están de retirada, como Savic.
Las debilidades estructurales ofensivas también están ahí. El inicio de temporada de Morata fue espectacular, pero desde enero ha marcado un solo tanto. Quedó señalado por Simeone al ser sustituido en el descanso del partido contra el Dortmund después de fallar un mano a mano con Kobel. Lo mismo le sucedió a Nahuel Molina, quien está a un nivel desolador. Su sustituto natural, César Azpilicueta, también se marchó en el intermedio por una amarilla.
El navarro es otro de los que ha tenido que pluriemplearse a sus 34 años, como ha sucedido con Witsel (35). Dos veteranos que trabajan en diferentes registros ante la ausencia de recambios eficaces. El Atlético depende al máximo de individualidades como Oblak y Griezmann, menos decisivo que de costumbre. El meta esloveno, héroe en la clasificación contra el Inter de octavos, no soportó los 19 disparos que le cayeron encima. Frenó algunos más difíciles que los que terminaron en gol, pero con una defensa sumida en la fragilidad fue incapaz de hacer la heroica.
Simeone no es suficiente para mantener el proyecto
La situación del equipo rojiblanco no tiene visos de revertirse a corto plazo. El Atlético necesita una regeneración urgente y no está en condiciones de acometerla. La renovación de Simeone en noviembre hasta 2027 fue la única gran noticia de impacto de un club cuya mayor apuesta en los últimos años, Joao Félix, ha sido un auténtico fiasco deportivo y financiero (127 millones).
El ‘Cholo’ ha conseguido llevar al equipo once veces consecutivas a Champions, pero cada vez cuenta con peores recursos para mantener esta gloriosa rutina que, además, ha sido completamente desaprovechada para seguir creciendo. No existe un proyecto madurado o de futuro más allá de lo que pueda hacer el argentino.
En el Atlético, donde una venta de la sociedad planea desde hace tiempo, los datos que importan son los de las cuentas, aliviadas por la clasificación para el Mundial de Clubes que se cerró este martes gracias a la eliminación del FC Barcelona. Otros 50 millones con los que engordar una cuenta de beneficios que no se traduce en mejoras en el campo.