La chaqueta verde de Augusta es un trofeo único. Por distinto, por emblemático, por reconocible. Por textil. Por el color, el pantone 342. Diez campeones distintos se han vestido la preciada prenda en los últimos diez años. De Bubba Watson (2014) a Jon Rahm (2023). Estarán todos presentes en el tee de salida para disfrutar del privilegio de volver a colocársela durante el siguiente año, antes de devolverla al club.
José María Olazábal, Sergio García y Jon Rahm, uno de los aspirantes al título, conforman la representación española.
El Masters de Augusta abre la temporada de los majors (US Open, del Open Británico y del PGA Championship) y brinda la oportunidad del reencuentro entre los fieles al PGA Tour y los disidentes del LIV Golf Tour. Entre quienes siguen compitiendo en el circuito convencional y quienes emigraron al millonario torneo saudí.
La mitad de esos diez campeones (Watson y Rahm, así como Sergio García, Dustin Johnson, Patrick Reed) participan en virtud de la prebenda que se ganaron de por vida al ser campeones en el cuidado y exclusivo campo del Augusta National Golf Club, estado de Georgia, de 6.798 metros, par 72 y 18 millones de dólares en premios. La gloria del título es incalculable.
Pese a sus problemas físicos, Woods se ve preparado para competir por el sexto título que le igualaría a Jack Nicklaus.
Del padre al hijo
A ese honor no renuncia José María Olazábal, sin ranking, el tercer español participante junto con Rahm y García. Ni el matrecho Tiger Woods, que va acompañado de un cuerpo médico por todos los problemas físicos derivados de su accidente de circulación en 2001.
“Abracé a mi padre en el primero que gané [1997] y en 2019 abracé a mi hijo, cerré el círculo”, explicó el pentacampeón, que se cree “preparado” para competir y heredar la americana verde de Rahm. De lograrlo, a los 48 años, igualaría los seis títulos de Jack Nicklaus. El último gran reto que le queda.
Cada uno con su reto
Cada golfista tiene el suyo particular. No figura Woods, por supuesto, entre los favoritos. Está Rahm, está Scottie Schefler, Brooks Koepka, Jordan Spieth y el norirlandés Rory McIlroy, que en su ropero no cuelga ninguna chaqueta verde pantone 342, con el escudito en el bolsillo izquierdo y los tres botones dorados de latón, pero sí tiene las copas metálicas del Us Open (2011), del Open Británico (2014) y del PGA(2012 y 2014). El Masters le permitiría completar el Grand Slam.
De la cena al campo
“No tengo que intentar ganar desde el primer tee. Son 72 hoyos, hay muchas formas distintas de ganar el torneo. Estoy con confianza, pero a veces tienes que tomar un camino más conservador, tener paciencia y tener disciplina, es algo que intenté aprender en los años”, explicó Mc Ilroy, de 34 años, que no pudo sentarse al banquete de los campeones y que sirve de tácita inauguración del torneo. Hubo 32 comensales y la elección del menú correspondía al poseedor del título. Rahm trasladó la responsabilidad al conocido chef José Andrés para quedar bien con sus compañeros y rivales. Seguro que en la larga mesa se debatió sobre la deseada fusión de los dos circuitos que, por ahora, ha establecido una división entre los jugadores.
Rory McIlroy persigue el Masters para completar el Grand Slam con el US Open, el Open Británico y el PGA que ya conquistó. “Intenté aprender a tener paciencia y tener disciplina”, explica.
“Hay eventos que echo de menos. No ir a Palm Springs, Torrey Pinnes, Los Ángeles, Phoenix no fue fácil. Sigo amando a la PGA”, confesó Rahm, admitiendo que se pasó al LIV Tour porque había ganado el Masters y tenía una exención de cinco años para poder seguir participando en los otros grandes. Este jueves empieza una nueva historia. Rahm quiere quedarse la chaqueta y 83 hombres más también la desean.