Blindar la Eurocopa 2024, que acogerá Alemania entre junio y julio, es tarea prioritaria para la ministra alemana de Interior, Nancy Faeser, en cuyas competencias entra asimismo Deportes. La protección de un “acontecimiento internacional” de primer orden como el torneo europeo implicará controles temporales en las fronteras durante la celebración de sus 51 encuentros que discurrirán desde el 14 de junio, con el partido inaugural en Múnich, hasta el 14 de julio, con la final del Olympiastadion de Berlín.
Es una medida “habitual” ante este tipo de eventos, añadió Faeser, sea para reforzar la seguridad e interceptar a terroristas, sea para impedir la entrada en el país de aficionados fichados como violentos, hooligans y otros extremistas.
El atentado de Moscú, con 139 muertos, no es el “detonante” para el refuerzo de estas medidas, aclaró un portavoz de Interior. Las fuerzas de seguridad alemanas llevan tiempo trabajando en un dispositivo de seguridad que posibilite, por un lado, las grandes proyecciones en directo de los partidos y, por otro, garantice la protección tanto en los estadios como en el conjunto del territorio del país. Será un mes con movilidad acentuada de aficionados, selecciones y periodistas, puesto que los partidos se reparten entre un total de 10 ciudades del país. Esto era de por sí un desafío, a lo que se une que el denominado Estado Islámico del Jorasán, en el que militan los presuntos autores del atentado del Crocus City Hall moscovita, no es un desconocido para las autoridades alemanas.
Sucesivas tramas en todo el país
La semana pasada, fueron detenidos en Gera (este de Alemania) dos afganos, presuntamente miembros de esa organización y sospechosos de preparar un atentado contra el Parlamento de Estocolmo. Su acto iba a ser una acción de castigo contra las quemas públicas del Corán que han tenido lugar en la capital sueca, autorizadas y custodiadas por fuerzas policiales por estar amparadas por la libertad de expresión.
No fue un caso aislado, sino que sigue a otros planes igualmente desmantelados por las fuerzas de seguridad alemanas, que ya endurecieron sus dispositivos a raíz de los atentados yihadistas en Francia y Bélgica, entre 2015 y 2016.
En 2019 se interceptó un grupo de seis miembros, todos ellos originarios de Tayikistán, por planear el asesinato de un “enemigo del islam”. A partir de 2022, las amenazas se han ido concretando y endureciendo. Se tiene identificados a unos 50 sospechosos, en su mayoría llegados al país mezclados con refugiados procedentes de Ucrania (Alemania ha acogido en su territorio a más de un millón de ucranianos desde el inicio de la invasión rusa).
En julio del año pasado fueron detenidos siete hombres, que tenían localizados varios puntos donde perpetrar sus ataques. Poco antes de las pasadas navidades cayeron otros tres sospechosos con planes de atentado en Fin de Año en Colonia, Viena y Madrid. En todos esos casos se ha observado una internacionalización de esas tramas, sea porque los sospechosos transitan entre varios países europeos, sea porque sus objetivos se sitúan en distintos puntos del espacio Schengen.