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La bicicleta y la oveja descarriada

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Aquella bicicleta era el salvavidas para el naufrago que en medio del océano luchaba desesperado por mantenerse a flote. La bicicleta que recorrió pueblos de la comarca de L’ Horta , de La Hoya de Buñol y la Ribera, rescatando jugadores y equipos y que contó con el aliento de este diario a través de su corresponsal en Picassent, Amadeo Lerma, encargado de publicar resultados, fue el último aliento de un guerrero condenado a morir. El fútbol ya era el dueño de la identidad de los pueblos. No se molestaba a vecinos, y los espacios en prensa, radio y la incipiente televisión dedicaban su tiempo a un deporte extendido por toda España y todo el mundo. En el último rincón de sus páginas podía aparecer el anuncio de la partida del sábado en Pelayo. José Manuel Hernández Perpiñá, en Radio Peninsular, desconexión de Radio Nacional con Valencia, después de dedicar a ensalzar las hazañas de Pesudo, Guillot y Waldo, anunciaba la partida del día siguiente en Pelayo. Así es que el desierto, sin esperanza de oasis era el panorama: muerte y como mucho, exposición museística. No es de extrañar que tras aquel intento nacido de una bicicleta con ruedas pinchadas no sobrepasase la década de los cincuenta.  Se jugaron dos torneos. El ultimo, en 1959. El actual torneo, que el próximo año cumplirá el medio siglo, se inició en 1976. Ya eran otros tiempos con vientos más favorables a los deseos de mantener cultura y tradiciones propias. Hasta hoy.

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