Existe una disciplina llamada crononutrición que busca sincronizar la dieta con los ciclos biológicos con el fin de mejorar la eficiencia metabólica y el equilibrio nutricional.
Los especialistas en este ámbito saben que el momento del día en que se consumen los alimentos influye significativamente en la forma en la que se procesan y en cómo se realiza la digestión.
Como explica la doctora Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España.
- “Nuestros cuerpos están regidos por ciclos circadianos, que son ritmos biológicos de aproximadamente 24 horas que influyen en diversas funciones corporales, incluyendo el metabolismo, la digestión y los niveles de energía. Estos ritmos están sincronizados con el ciclo natural de luz y oscuridad, y afectan a cómo nuestro cuerpo procesa los alimentos en diferentes momentos del día”.
Por ejemplo:
- “Por la mañana, nuestro metabolismo está más activo, lo que nos permite procesar los alimentos de manera más eficiente”.
- “Por la noche, el cuerpo se prepara para el descanso y la digestión se vuelve más lenta, lo que sugiere que las cenas ligeras y tempranas son más beneficiosas”.
Consejos para adaptar nuestra nutrición a cambios de hábitos veraniegos
Durante el verano todos los biorritmos se ven modificados. Los días más largos, el calor, los cambios de horario en la jornada laboral y el incremento de las actividades al aire libre influyen en el apetito, en el plan de comidas y, por tanto, en la manera en que el cuerpo procesa los alimentos.
Esto puede llevarnos a perder el control de nuestros hábitos alimenticios, lo que puede afectar negativamente a nuestros niveles de energía y a nuestra salud. Con el fin de evitarlo, los expertos de Cigna Healthcare facilitan algunos consejos para intentar, en la medida de lo posible, conseguir adaptarnos a nuestro reloj biológico durante el verano.
- Comer más durante el desayuno y el almuerzo.
Tal y como indican los expertos en crononutrición “el cuerpo no funciona de la misma manera las 24 horas del día; no es lo mismo comer en horario laboral, que de madrugada”. Así, comer a deshoras, aunque sean alimentos muy saludables, puede que nos impide asimilar todos los nutrientes que esos buenos productos deberían aportar a nuestro cuerpo.
Para evitarlo, y aprovechando que en vacaciones disponemos de más tiempo, los especialistas recomiendan “consumir la mayor parte de las calorías diarias en el desayuno y el almuerzo, cuando el metabolismo está más activo”. En cambio, las cenas deben ser ligeras y “en un horario temprano que permita una digestión adecuada antes de ir a dormir”, explican desde Cigna. De esta forma evitaremos problemas de sueño.
- Evitar el jet lag alimentario.
Si ya suele haber diferencia entre las horas de comida de los días laborables y festivos, el verano y las vacaciones pueden desajustar de forma más evidente el reloj biológico. Y si viajamos a países con otro huso horario, más. Así que la recomendación es intentar ajustar las comidas a los nuevos horarios para tratar de resincronizar este reloj, evitando comer de madrugada e intentando adaptarse a la nueva zona horaria.
- Seguir una dieta estacional.
Con el termómetro al alza apetecen alimentos más ligeros y refrescantes como las frutas y verduras. Así que dejémonos llevar por estos gustos que nos van a ayudar a afrontar la sensación de fatiga y agotamiento que produce el incremento de las temperaturas. “También es preferible consumir comidas pequeñas y frecuentes a lo largo del día en lugar de comidas pesadas”, añaden los especialistas.
El calor, las vacaciones, las salidas a cenar pueden hacer que en verano no cumplamos con las horas y la calidad de sueño que son deseables. Y esto impacta en nuestro cuerpo ya que la falta de descanso está directamente relacionada con un aumento de sobrepeso al alterar las hormonas que regulan el hambre, aumentando el apetito y reduciendo la saciedad, lo que lleva a una mayor ingesta de calorías.
Así que, tal y como señalan los expertos:
“alinear el ciclo de sueño-vigilia con la ingesta de alimentos ayuda a regular la liberación de hormonas clave, como la melatonina y el cortisol. En este sentido, también existen ciertos nutrientes que cuando se consumen a horas estratégicas pueden llegar a potenciar la producción de neurotransmisores que inducen la relajación y el sueño profundo, como aquellos presentes en el plátano o la avena”.