Cuando este jueves Botic van de Zandschulp salía por el pasillo del Arthur Ashe para disputar bajo los focos en la noche su partido de segunda ronda del Abierto de Estados Unidos contra Carlos Alcaraz, el primero que el neerlandés jugaba en sus 28 años de vida en la central de Flushing Meadows, decía que le hacían falta dos cosas para ganar: él tenía que jugar al 100% y el campeón español tenía que estar “un poco off”, desconectado. Dicho y hecho.
En una de las sorpresas monumentales de este Abierto, Van de Zandschulp ha apeado a Alcaraz del torneo neoyorquino. Lo ha hecho en el partido de su vida, dos horas y 19 minutos en los que ha arrollado al de El Palmar, no “un poco desconectado” sino irreconocible.tanto de cabeza como de juego. Y el 6-1, 7-5 y 6-4 del asombroso marcador lo dice todo.
El 74 del mundo pudo con extrema facilidad con el actual 3 en el ránking de la ATP. Un jugador que solo una vez había alcanzado unos cuartos de final en un grande (precisamente en Nueva York en 2021) tumbaba al dueño de dos títulos neoyorquinos, un Roland Garros y un Wimbledon, además de medalla de plata en los últimos Juegos Olímpicos de París. Se acaba en 15 la racha de partidos consecutivos ganados en grandes por el murciano, que no sufría una derrota tan temprana en un Grand Slam desde Wimbledon 2021, cuando también cayó en segunda ronda. El tenis también es esto.
Alcaraz ya había adelantado hace dos días, tras superar la primera ronda, que iba a topar con “un jugador muy peligroso con grandes tiros”. En sus dos encuentros previos siempre se había impuesto el español, y aunque Van de Zandschulp en los últimos meses no había estado jugando su mejor tenis, en la primera ronda en Flushing Meadows logró batir a Denis Shapovaloc. “Si lo ha hecho es porque su nivel es alto, es capaz de cualquier cosa”, analizaba el martes Alcaraz. Y vaya si lo fue.
Una velada trágica en Nueva York
Avisaba Alcaraz justo antes de pisar la pista que el de Países Bajos es un jugador “realmente talentoso” y que debía ser “agresivo” para “dominar el partido”. Tenía la lección aprendida, pero aun así Van de Zandschulp sorprendió con un inicio chispeante, mirando de tú a tú al español y combinando con mucho acierto secas derechas, golpes cortados, dejadas y subidas a la red.
El arranque dejó varios puntos espectaculares al público del Arthur Ashe Stadium pero no le vino nada bien a Alcaraz, que concedió un ‘break’ en su primer turno al saque y que empezó con deberes y un 3-0 en contra. El de El Palmar buscaba sensaciones pero Van de Zandschulp se mantenía muy seguro con su saque y, en cambio, a Alcaraz se le empezaban a amontonar los errores no forzados. Al final llegó otra rotura para el neerlandés, que selló un set brillante y prácticamente perfecto en solo 30 minutos (6-1). El mejor ejemplo de cómo andaban las cosas para Alcaraz es que no logró ni un solo golpe ganador en toda la primera manga.
Serio entre puntos y precipitado con sus golpes, Alcaraz buscaba a Juan Carlos Ferrero en busca de respuestas cuando mandó una derecha al pasillo que le entregó otro ‘break’ a Van de Zandschulp (2-1). “Calmado y positivo, calmado y positivo”, le repetía su entrenador y por fin encontró un punto de luz devolviendo la rotura y soltando un “¡vamos!” directo al cielo de la Gran Manzana. Parecía el momento propicio para la heroica pero no acabó de prender el fuego de la remontada y el partido bajó de pulsaciones sin que el neerlandés diera su brazo al torcer. Al contrario, fue Alcaraz, apagado y sin rastro de su característico brío, el que volvió a atascarse con varios errores hasta perder su servicio con una doble falta y entregar el segundo set (7-5). Camino del baño entre sets, Alcaraz se señalaba a la frente mirando a sus preparadores: no estaba mentalmente, su cabeza estaba fuera del partido.
En su box, la escena y los rostros eran los de un funeral. En el Arthur Ashe, los fans miraban desconcertados sin entender qué estaba ocurriendo. “No dejamos de luchar ni una”, pedía Ferrero, pero la velada parecía lejísimos de la épica.
Un nuevo ‘break’ para el 3-2 dejó el camino franco para Van de Zandschulp, pero Alcaraz replicó con otra rotura y mostró una diminuta sonrisa que hizo creer a sus fans. Como si se hubiera quitado un peso de encima, Alcaraz firmó alguno de sus mejores puntos en ese rato y pidió apoyo a las gradas con la mano en la oreja.
Fue un espejismo en una noche para olvidar para el español. Van de Zandschulp, imponente y magistral de principio a fin, rompió su saque con un juego en blanco camino de una victoria increíble y Alcaraz, fundido mentalmente, bajó los brazos y dijo adiós a Nueva York pidiendo perdón a los fanáticos antes de perderse por los pasillos del estadio.