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En España, el consumo de fármacos no para de aumentar. Tres de cada diez personas toman pastillas para dormir o la depresión, tres para omeprazol y dos para el colesterol.
Solo en 2022, los médicos españoles emitieron más de mil millones de recetas. Sin embargo, este incremento en el uso de medicamentos en los países desarrollados no parece correlacionarse con una mejora significativa en la salud de la población.
De hecho, numerosos estudios indican que más del 50% de los fármacos son prescritos de manera innecesaria y que los medicamentos más comúnmente recetados son una de las principales causas de enfermedad, discapacidad y mortalidad.
El doctor Joan-Ramon Laporte, experto en farmacovigilancia y, tras varias décadas dedicadas a la investigación y la docencia, retrata el consumo abusivo de medicamentos y de la industria farmacéutica en Crónica de una sociedad intoxicada (Península).
El doctor Joan-Ramon Laporte publica ‘Crónica de una sociedad intoxicada’ / Umami Brands
“No hay datos muy claros que nos indiquen que consumir el doble de medicamentos mejore la salud de la población, más bien lo contrario”, explica el catedrático a ‘Guías de Salud’ en una conversación telefónica con motivo del lanzamiento de su segundo libro.
Y es que, el especialista sostiene que “decenas de estudios muestran que más de la mitad de los fármacos son recetados de manera innecesaria y que los medicamentos de uso más común son una de las principales causas de enfermedad, incapacidad y muerte”.
Además, Joan Ramón-Laporte pone el foco en que “se prescribe a menudo la misma dosis a una persona de 40 kilos que a una que pesa 100 kilos”.
‘Crónica de una sociedad intoxicada’, de Joan-Ramon Laporte / Ediciones Península
Vitamina D: del déficit a la sobremedicación
La vitamina D es un nutriente necesario para nuestra salud. No solo ayuda al organismo a absorber el calcio, siendo una de las principales sustancias para evitar la osteoporosis (enfermedad que produce una disminución de la densidad de masa ósea), sino que es imprescindible para los músculos y el sistema inmunitario.
En los últimos años, el déficit de vitamina D se ha convertido en toda una controversia en la que parece que no hay consenso.
El doctor señala que, al igual que ocurre con el colesterol, se han subido los niveles de vitamina D “que se consideran bajos” para “vender más medicamentos con más clientes potenciales”.
En un artículo publicado en la primera década del 2000 se alababa la importancia de la vitamina D en nuestro organismo: “reduce el riesgo de sufrir un infarto, de ictus, de alzhéimer y de cáncer”.
Sin embargo, con el paso de los años se ha demostrado “que no es cierto”. “En ensayos clínicos que se han realizado sobre la vitamina D y la prevención de fracturas se ha llegado a la conclusión que no es cierto”.
El colesterol también es el enemigo de la sociedad actual. Desde el año 2015, como indica el doctor Joan-Ramon Laporte, dejó de serlo en 2015 en Estados Unidos: “no es un problema de salud para las personas”. “Cuanto más alto es el colesterol, más años se viven y menos cáncer y menos enfermedad de Alzheimer se tiene, pero desde la industria farmacéutica se ha hecho correr el mito de que es malo”.
Sigue aumentando el porcentaje de españoles que toman ansiolíticos y antidepresivos sin receta médica. / JComp. Freepik.
Pastillas para dormir, ¿abusamos de ellas?
El experto lo tiene claro: causan dependencia y las personas que llevan un tiempo tomándolas les cuesta prescindir de ellas.
España es uno de los países del mundo donde más pastillas para dormir se consumen, por delante de Bélgica o Portugal. Se ha triplicado en los últimos 20 años y las mujeres son las que más recurren a estos fármacos.
No obstante, el doctor revela que “por cada cien personas mayores de 60 años que toman una pastilla para dormir, siete dormirán mejor, que quiere decir que dormirán 25 minutos más, en 76 personas la pastilla no hará nada y en 17 tendrá efectos adversos”. Este tipo de medicamentos “convierten en dependientes a las personas que las toman”.
“Los reguladores de medicamentos en Estados Unidos, en la Unión Europea y en todo el mundo son actualmente cautivos de las compañías farmacéuticas. El presupuesto de las principales agencias reguladoras de la industria se financia con dinero público procedente de los impuestos”, recalca.
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