Justo antes de iniciar la entrevista, Santiago Vaca (Córdoba, Argentina, 1998), me pide que espere un momento y me señala el mar: “¡Son delfines!”, dice maravillado. Estamos un rato observando boquiabiertos como, delante de la costa de s’Argamassa, cuatro de estos cetáceos nos dedican un espectáculo inesperado. Vaca no ha perdido la capacidad de asombro y maravilla pese a que su vida se ha transformado radicalmente después de que Juan Antonio Bayona lo incluyera en el reparto de ‘La sociedad de la nieve’, una vibrante recreación del accidente aéreo de los Andes de 1972. En ella, este joven actor interpreta a Daniel Maspons, uno de los pasajeros. Vaca se encuentra estos días en Ibiza, invitado por el Festival Ibicine.
No exagero si digo que esta película ha cambiado su vida.
He aprendido muchísimo, no solo profesional sino también humanamente. Ya de por sí la historia es conmovedora y tiene un mensaje muy necesario: la importancia del otro, el altruismo. Los individuos necesitamos de los vínculos para sobrevivir y es el gran aprendizaje que tengo. Pero además, está el goce de trabajar con mis compañeros de elenco y los técnicos. Fue una escuela intensiva. Además, vengo de Unquillo, un pueblo muy pequeño cerca de Córdoba donde las calles son de tierra aún. Hasta entonces solo había salido una vez de mi país. ¡Jamás pensé que un rodaje en la nieve me iba a traer a ver delfines en una playa en Ibiza!
Será difícil superar esto.
Yo vengo del cine independiente y jamás pensé que pudiera estar en una producción como esta. Creo que será lo más grande de mi vida. Espero que no, pero si lo es, seguirá siendo una buena noticia porque quiere decir que estuve en ella y ha sido una de las cosas más maravillosas que me han pasado.
¿Cuánto tiempo de su vida ha ocupado ‘La sociedad de la nieve’?
El primer casting fue el 23 de diciembre de 2020. Fueron nueve meses de casting, 144 jornadas de rodaje, dos meses de ensayos previos, cinco meses de rodaje en las montañas de Granada, dos meses en Uruguay y otro más de rodaje en estudio en Madrid. Es un montón de tiempo. Y entrecortado, porque debíamos seguir dietas, subidas y bajadas de peso. Han pasado tres años y medio y aún así sigo encantado de hablar, apoyar, promover la película.
Interpreta a Daniel Maspons, un joven que forma parte del pasaje del avión que se estrella en los Andes, que sobrevive al accidente, que participa en las primeras expediciones para encontrar socorro, pero que falleció 16 días después del siniestro a causa de un alud. ¿Ha llegado a soñar con Maspons?
No sé si soñé con él pero hasta cierto punto tuve que pedirle permiso. El rodaje me cambió la vida. Yo soy muy escéptico, para creer en algo necesito evidencias científicas. Pero en el rodaje sucedió algo. Llegó el momento y el rodaje no arrancaba. Teníamos una fecha pactada para empezar y siempre sucedía algo: estábamos todos con covid, o no había suficiente nieve para rodar. Había impedimentos y te decías, ¿qué está pasando acá? Y mi pareja me dijo, vos tenés que hablar con alguien que maneje esta mala energía. Bueno, yo no creo que en esa cursilería de la brujería, pero sí que es cierto que hice una sesión como para pedir un permiso para interpretarle, más allá del permiso a la familia.
Se ha dicho que ha sido un rodaje con unas dinámicas de grupo peculiares. Hacían ejercicios de respiración…
Hicimos respiración holotrópica, es una herramienta muy intensa y la practicamos en el rodaje. Es un estadio meditativo muy profundo que se practica con una hiperventilación y una apnea larga . A día de hoy me siguen bajando imágenes que vi en esos momentos. Fue cuando todo el elenco dijimos, ok, a partir de ahora ya no somos colegas o conocidos, a partir de ahora somos hermanos, una familia. Y eso fue lo más importante para llevar a cabo todo lo que se nos venía.
No me extraña que diga que el rodaje fue una experiencia transformadora.
Antes a mi cumpleaños invitaba a cinco personas y a partir de ahora deberé traer a los 30 del elenco. ¡Me tocará poner más carne en el asado! Pero es maravilloso.
Llegó a conocer a dos hermanas de Maspons.
Sí, fue una situación difícil. Imagina que tocan la puerta de tu casa y aparece un actor que no conoces, que tiene 22 años, que es cordobés, que no tiene acento uruguayo, porque tuve que hacer dos meses de coach vocal para cambiar el acento cordobés que es muy característico. Lo que decía, que te tocan la puerta y dices bueno, vengo a representar en la pantalla a un ser querido que ya no está con vos. Había un compromiso, una responsabilidad y un respeto que asumir. Las premisas eran esas. Y había que entregarlo todo para dar lo mejor. La frase que le dije a la familia fue, les pido mil disculpas, pero voy a intentar rendir el mejor homenaje a Daniel. Es una persona que existió, el hijo de un padre y una madre, el hermano, el amigo de alguien.
Crearon un dummy a tamaño natural de usted para la escena en la que muere. ¿Cómo es ver un muñeco de uno mismo muerto?
¡Era muy raro! Trabajamos con DDT, un estudio de Barcelona de efectos especiales que tienen un óscar por ‘El laberinto del fauno’. David y Montse tienen un talento absoluto. Lo que más me jodió de los óscars es que no les dieran ellos el premio al mejor maquillaje. Te meten en una silla y te ponen una capa de yeso que hace de molde de todo tu cuerpo, es una experiencia claustrofóbica, tienes que estar media hora así. Y meses después apareció un muñeco mío, con mi cara, y bueno… ¡es gracioso verse hecho en silicona! Es muy loco.
Se ha instalado en Barcelona. ¿Como es esta nueva vida?
Muy bien. Aprenent català. Haciendo amigos aunque ya tenía mis amigos catalanes de antes. Con muchas ganas de trabajar aquí. Ayer lo hablé con Leo Sbaraglia, que me dijo que esto no es una carrera de velocidad sino de resistencia, así que a ver qué pasa.
¿Qué es lo que más le ha costado de la forma de vivir de aquí?
Lo más difícil es estar en una gran ciudad. Yo no dejo de ser alguien que viene de un lugar con calles de tierra, y ahora estoy en una ciudad como Barcelona. Pero por lo demás, ningún problema. El catalán me parece un idioma precioso, que tengo el gusto de aprender con facilidad porque ya hablo italiano y portugués. Lo que más me está costando son las clases de dicción castellana para disimular mi acento. Sembrando para poder cosechar.
¿Se ve haciendo carrera entre ambos continentes?
Sí, por supuesto. Yo digo que soy ciudadano del mundo pero mi jardín siempre va a estar en Córdoba, Argentina.
¿Con qué directores o directoras sueña trabajar?
En Argentina hay muchos, y en España hay cantidad de realizadores con unas ideas increíbles. Hace poco vi ‘Upon entry’ [película de Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vásquez protagonizada por Alberto Ammann y Bruna Cusí] y me pareció alucinante. Admiro a muchos a Carla Simón, Almodóvar, Amenábar, Jota [Juan Antonio Bayona] por supuesto. Trabajar con él de nuevo sería una prioridad.
Una película argentina, ‘Cuando acecha la maldad’, ganó el último Festival de Sitges. No obstante, el gobierno de Milei ha anunciado que suprime el Instituto Nacional de Cine Argentino.
Mi cine favorito es el argentino y es una lástima que haya miserables que no vean la potencia de la cultura argentina. Estamos en un festival en Ibiza y dos de los tres premios de honor han sido argentinos, y no a dos cualquiera, sino a eminencias como Leo Sbaraglia y Axel Kuschevatzky. El mundo entero sabe de la potencia cultural de Argentina, la conoce, la premia y la valora, y tenemos a alguien que no lo sabe ver. Es un desperdicio lo que está haciendo este tipo.
Milei ha llegado al poder con un programa anunciando que hará desaparecer todo lo público. Visto desde fuera es complicado de entender y la argentina es una sociedad muy compleja. ¿Qué ha sucedido para que se vote a alguien así? ¿La gente está desesperada?
Desesperación no, pero desgaste sí. Un gran desgaste que tiene su origen en el 2015 con un gobierno que prometió muchas cosas e hizo la mitad o menos. Los discursos del odio, el extremismo, no es algo nuevo, son viejos conocidos. Creo que este tipo es un gran riesgo, sobre todo para los derechos ya adquiridos y los más perjudicados seremos las personas de clase media y baja. Mi padre es jubilado, mi madre docente, y tanto la educación como las pensiones serán los primeros afectados y es muy triste. Estoy decepcionado porque hay mucha falta de memoria, porque este tipo hace cuatro años no hubiera llegado al poder tan fácil. Es realmente muy triste.
Con un individualismo a ultranza, nadie habría sobrevivido en aquel avión en los Andes.
De eso hablábamos al principio de la entrevista. Es la enseñanza de la película: sobrevivir gracias al apoyo y la entrega del otro.
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