La musicoterapia de Rozalén llega a los oídos como el cálido abrazo de un amigo o un familiar. La cantante, una enamorada de Albacete, su tierra natal, acostumbra a guardar hueco en el calendario para recitales en el Archipiélago. Este jueves 5 de septiembre aterriza en Fuerteventura como parte de la gira de El Abrazo. El periplo prosigue por Gran Canaria el viernes 6 y sábado 7 de septiembre en el Auditorio Alfredo Kraus, con todas las entradas agotadas.
¿Sigue con resaca emocional del concierto en su ciudad, Albacete?
Tengo que recuperar la voz porque ayer todavía no me quedaba [risas]. Bueno, primero la tralla de todo este mes de agosto. Pero Albacete ha sido la última y fue intenso.
En pleno ecuador de su gira parece que el hilo conductor lo une Canarias: un recital debut en solitario en Fuerteventura este jueves 5 de septiembre, sigue en el Auditorio Alfredo Kraus con dos fechas el viernes 6 y sábado 7 de septiembre, y continúa el periplo por Santander con la cantautora palmera Valeria Castro.
Eso es, la conexión con Canarias no se rompe. Primero pasamos por Fuerteventura, después por Gran Canaria y seguimos en Santander compartiendo escenario con Valeria. Me hace mucha ilusión porque ya desde hace tiempo se sabe que a ella la quiero mucho, hemos cantado ‘junticas’ antes y ojalá estemos más tiempo ahí dándole la mano y viéndola crecer porque Valeria nos va a dar muchas alegrías.
¿Ve mucho de usted en ella?
Me encantaría ver algo de mí en ella, pero es que Valeria es tan única… tiene una personalidad tan fuerte en la voz. Lo que tenemos en común es nuestro punto de cantautoras, tocar la guitarra y quiero pensar que también compartimos la sensibilidad porque ella me hace sentir muchas cosas cuando la escucho. Nos vemos ahí como en un mismo grupo Silvia Pérez Cruz, Silvana Estrada, Valeria… Hombre, yo en el último disco metí un par de canciones más electrónicas, pero me encanta estar también en esa categoría de cantautora.
¿Es casualidad esto de que muchos cantautores experimenten con la electrónica?
En nuestro caso, desde el primer disco cada canción es una locura. Sigo siendo yo en todas las ‘Rozalenes’ de mis álbumes. Vengo del folclore, pero mis primeros conciertos fueron en el Viña Rock escuchando rap y punk. Me encanta el rock y la electrónica, con ese punto ravero de mi adolescencia. Todo eso está ahí y es maravilloso poder combinarlo y expresarlo sin etiquetas.
Confluye ese componente ecléctico en este último trabajo, donde colabora con uno de los raperos de España por excelencia, Kase.O y su productor R de Rumba, además de Carlos Vives en la canción Tres días en Cartagena. Aunque con Kase.O años atrás ya había surgido Mazas y Catapultas, ¿qué fue lo que la empujó a apostar por sonidos tan diferentes?
Creo que el Javier Ibarra -Kase.O- le dice a todos sus colegas siempre “Ponte a rapear” [risas]. Desde que me conoce para mí él ha significado familia y siempre me dice: “Rapea hermana, co'”. Me fui con R de Rumba a escuchar bases funkies y música negra. Cogí varias instrumentales y me puse los deberes de escribir con lírica rapera. Y cuando hice la canción ya se la enseñé a él y le pregunté para saber su opinión: “No es ninguna locura, ¿lo saco o no?”. Me dijo que él tenía que “meter ahí algo” y que era de lo mejor que había escrito. Ya después se vino a meter unas barras y a la grabación mía… yo me sentí super arropada. Igual con Carlos Vives. Hice una canción que después él modificó para que sonara más tropical y que incluyera guiños a Cartagena. Tengo mucha suerte porque la gente siempre es generosa conmigo. De hecho, de las mil colaboraciones que llevo muy pocas he pedido yo [risas]. La vida te devuelve esas cosas y tengo la suerte de rodearme de gente que me enseña.
¿Alguna colaboración soñada?
Hay mucha gente con la que todavía no he colaborado aunque parezca mentira [risas]. René (Residente) me vuelve loca… quién sabe. Hay muchos compañeros con los que he cantado en directo, pero nunca hemos grabado. Yo que sé, por ejemplo, Jorge Drexler. Es verdad que tiro muy alto, pero otro ejemplo es Valeria, Silvana, Silvia Rodríguez… Bueno, tengo pendiente algo con el grupo de folk canario por excelencia, Los Sabandeños. Cuando hicimos el disco de Matriz (Sony Music, 2022) nos quedamos a las puertas porque no hemos introducido nada de folclore canario con lo riquísimo que es. Lo tengo pendiente. Me gustaría hacer algo con ellos.
Canarias siempre está presente en su agenda. De hecho, Tenerife fue uno de los primeros sitios en los que dio un concierto.
Sí, de cuando yo iba por ahí con la guitarra. Fue en El Búho y vinieron unas 80 personas. Para mí entonces fue muchísimo porque a mis conciertos solo venían diez personas a lo sumo. Me parecía una barbaridad. Las Islas Canarias siempre fueron de los primeros lugares que me abrieron las puertas como cantante. El primer disco lo saqué hace 12 años y enseguida estuve tocando por el Archipiélago. En Las Palmas de Gran Canaria tocaba en Cantautores en Vegueta, un proyecto cultural en el que se organizaban conciertos. Cada experiencia que hemos tenido en cada una de las Islas ha sido tan fuerte… Incluso tocamos en La Palma diez o 15 días antes de que el volcán erupcionara. O cuando cantamos en las cuevas de Lanzarote. A Fuerteventura he ido por festivales, pero nunca como ahora para un concierto en solitario. Y las que me faltan…
Después de más de una década de trayectoria, ¿cómo valora a la actual Rozalén? ¿Queda algo de aquella niña que metía los pies los arroyos de Letur para hacer del mundo un lugar un poco menos malo?
Hay cosas que siguen exactamente igual. En cuanto a inocencia, ilusión… Hay gente que me dice que El Abrazo les recuerda al primer disco que lancé. Ahí era libre. Había mucha frescura e inocencia y eso se ve en este disco en el que hablo de emociones universales. Por desgracia, no soy tan optimista como antes viendo como va el mundo. A veces la sociedad es muy injusta y macabra. Quiero pensar que soy un poco más madura, pero hay cosas que me hacen cada vez acercarme más a mi infancia y a mi raíz. Tengo el anclaje más fuerte aunque ya no esté en casa.
A su padre, Cristobal Rozalén Parra, le rinde tributo cada vez que pisa un escenario por llevar su apellido como nombre artístico, forma la parte troncal de su nuevo álbum y le evoca tanto en conversaciones distendidas como canciones que miran al cielo. ¿Cuánto ve de su padre en usted?
No sabes lo que te agradezco esta pregunta porque hay mucha gente que no lo ve. Tiene mucho este disco de todo: amores, nostalgias… pero creo que el personaje fundamental es mi padre. Me veo tantas cosas de él y mi madre. Fue sacerdote y se secularizó cuando se enamoró de mi madre. Él un día me dijo “Yo tuve que tomar esa decisión porque tú eres la sacerdotisa que tenía que venir”. Un hombre espiritual y comprometido socialmente. Él veía esa conexión entre su vocación y lo que hago yo. Incluso cosas que escribo, al tener mi padre siempre tener el don de la palabra, las vivo como si él me las estuviera contando.