La sede de la Guardia Regional de la Policía Municipal de Zúrich no suele formar parte de la ruta de los turistas que visitan la ciudad, que dan vueltas por el casco histórico, por sus iglesias, por sus museos, por el lago. Eso sí, hay otros que -avisados- dejan un hueco para una visita tan interesante como única.
La historia del edificio que nos ocupa se remonta al siglo XVIII. En 1765, la ciudad construyó un nuevo orfanato, según los planos del arquitecto Gaetano Pisoni (1713-1782), sobre los restos de un monasterio. En 1771 llegaron los primeros huérfanos. Hacia 1900, sin embargo, la administración local andaba en busca de más espacio y puso el ojo en este edificio céntrico, junto al río Limmat.
Gustav Gull, el arquitecto municipal de la ciudad a finales del XIX, imaginó un enorme complejo administrativo del que solo se completaron los edificios del I al IV, entre ellos este edificio de oficinas I (Amtshaus I), destinado a ser la sede de la jefatura de Policía de la ciudad. No era probablemente el espacio más adecuado para el uso previsto, pero el proyecto siguió adelante y Gull pensó que la bóveda de lo que había sido la bodega podría ser la zona de entrada de las dependencias policiales.
En 1922, la administración de Zürich lanzó un concurso para pintar ese vestíbulo oscuro, sombrío. Lo ganó Augusto Giacometti (1877-1947), primo del más conocido Alberto.
Antonio Augusto Giacometti fue pionero de la pintura abstracta, innovador en los trabajos en vidrieras e importante exponente del muralismo monumental. Formó parte de la famosa dinastía de pintores Giacometti originarios del pueblo de montaña de Stampa, en Bregaglia, el cantón de los Grisones. Se formó en Zúrich y vivió en París y Florencia antes de regresar -en 1915- al punto de salida.
Pronto se comprobó que el menos conocido de los Giacometti tenía un extraordinario talento para los colores. Esta obra, que llama la atención por sus tonos rojos y ocres, fue ejecutada entre 1923 y 1925 utilizando las técnicas al fresco y al secco. Las pinturas del techo y la bóveda muestran diseños florales ornamentales y patrones geométricos. En las paredes se representan en cambio a personas trabajando. Vinicultores y segadores, carpinteros, albañiles y canteros, e incluso un astrónomo y un mago.