Nueva muestra de Encarnación Domingo en la galería Alfara de Oviedo. Este espacio expositivo, ampliado y reformado, acoge una buena selección de trabajos de esta creadora que ya nos sorprendió con sus obras en este mismo espacio en 2020.
“Construyendo el territorio” es una propuesta que se sustenta en dos líneas de creación. En la planta superior, se expone una selección de collages, mientras que en la planta baja podemos contemplar obras ensambladas y esculturas, que dan una nueva “vuelta de tuerca” a su inconfundible estilo y en las que el aluminio tiene un especial protagonismo.
Recuerda Dulce Pérez, directora de la galería, que estas obras son fruto de un trabajo interdisciplinar y una versatilidad en la que está presente su enorme bagaje y su experimentación con materiales tan diversos como la cerámica, la madera, el metal o el vidrio, con los que ha ido descubriendo infinitas posibilidades expresivas. En la planta baja, el planteamiento expositivo favorece una excelente contemplación de las obras. Parten de la bidimensionalidad y de las pequeñas planchas de aluminio que destacan en el centro de cada pieza y que adquieren mayor protagonismo mediante constructivistas ensamblajes de planos geométricos en blanco y negro. En conjunto, son obras híbridas que se distancian de cualquier clasificación convencional, acercándose al concepto de obra de arte expandida y que, en cierta medida, explican el título de esta muestra.
Desde hace tiempo el aluminio es materia prima de buena parte de su producción, convirtiéndola en una de las creadoras más singulares de nuestro entorno, también es una de las más valientes; arriesgada y experimental, siempre en busca de nuevas posibilidades plásticas. El interés por atrapar y plasmar la luz la ha llevado hacia este material de procedencia industrial y apariencia fría que, en sus manos, y gracias a la alquimia de la creación, se ha convertido en soporte idóneo para replicar atmósferas reales vividas en distintos momentos o paisajes idílicos extraídos de su imaginación. En las obras de pared, pero también en las tres espléndidas esculturas que se exhiben, mantiene un mismo planteamiento compositivo marcado por la línea del horizonte. Mediante un minucioso tratamiento con lija y a partir de los acabados que provocan los diversos gramajes de esta herramienta, trabaja con contundencia, teniendo en cuenta los tiempos de lijado y su intensidad. Los resultados, concebidos estratigráficamente, son sorprendentes: la lisura de la arena, las ondulaciones de las dunas y los reflejos en el agua remiten al entorno de Salinas, su paisaje vital. La artista comenta: “Cuando camino a orillas del mar, el ambiente se muestra cargado de matices que se modifican constantemente por los efectos lumínicos y atmosféricos propios de nuestro clima”. Son obras poseedoras de vida, sensibles a la luz y a nuestra propia presencia, cambian cuando nos desplazados ante o alrededor de ellas.
A la singularidad de esta técnica, hay que sumar el no menos novedoso tratamiento cromático. Una original paleta de colores emerge a partir de la línea del horizonte, y un acabado de pintura industrial con espray consigue efectos atmosféricos que nos trasladan a algunos amaneceres y a momentos crepusculares, a esos atardeceres que solo la naturaleza puede desencadenar y que llegan hasta lo más profundo de cada persona.
Se percibe una cierta melancolía que se ve potenciada en la amplia serie de collages expuestos en la planta superior. De pequeño formato en su mayoría, aspecto que propicia un acercamiento íntimo, están repletos de sutilezas provocadas desde un proceso creativo cálido y manual, a veces azaroso; y desde la sencilla naturaleza de los materiales (en algunas obras, el papel de estraza introduce sutiles rugosidades y ondulaciones que remiten a los ciclos de las mareas). Pinceladas de óleo y collage conviven con el decollage, ese rasgado del papel que muestra otras capas parcialmente ocultas y que aporta la frescura del accidente y del descubrimiento. Un cierto espíritu inquieto, repleto de romanticismo invade estas hermosas obras, son únicas, como cada instante vivido, obras que Encarnación Domingo ha concebido desde esa honestidad y verdad que toda obra de arte debe de poseer y a la que John Constable aludía al reconocer la imposibilidad de captar lo que la naturaleza ofrece antes de desvanecerse: “No hay dos días iguales, ni siquiera dos horas; tampoco ha habido nunca dos hojas de un árbol iguales desde la creación del mundo; por ello las genuinas producciones de arte, como las de naturaleza, son todas distintas entre sí”.
Construyendo el territorio
Encarnación Domingo
Galería Alfara, c/ Carlos Casanueva 16, Oviedo. Hasta el 30 de julio
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