Las montañas han atraído de manera especial al ser humano desde el comienzo de los tiempos. La curiosidad, las ganas de explorar y el instinto de superación, han llevado de manera habitual a todas las civilizaciones a escalar todo tipo de cumbres. Todo aquel que lo ha logrado, sabe perfectamente que la sensación que se disfruta cuando se llega arriba, es comparable a muy pocas cosas en este mundo.
Algo parecido ocurre en el deporte del ciclismo, donde las montañas son un elemento indispensable. Los aficionados a las dos ruedas tienen una relación especial con las sierras, las cordilleras y los sistemas montañosos, escenario de algunas de las más grandes gestas que han tenido lugar en la historia de este deporte.
Al margen del espectáculo que ofrecen en este entorno los profesionales, hay una serie de lugares repartidos por la geografía española que tienen un atractivo realmente especial para todos los aficionados al mundo de las dos ruedas. Enclaves que se convierten en puntos de peregrinación obligado cada fin de semana para miles de ciclistas.
A la hora de hablar de un lugar que es la meca de miles de ciclistas procedentes de Sevilla y de prácticamente toda la comunidad andaluza, hay que quedarse sin ninguna duda con el puerto de Las Palomas, un lugar en el que desde el mirador que lo corona, se pueden disfrutar de unas vistas realmente bellas.
Habrá puertos más duros, más largos y más famosos en toda la geografía española, pero el trazado de esta carretera lo convierte en un puerto realmente único, a lo que hay que unir el bonito entorno en el que se encuentra esta subida. Existen principalmente dos vertientes a la hora de afrontar este puerto, una de ellas discurre a través de la localidad de Zahara de la Sierra y la otra lo hace atravesando por Grazalema. Nos vamos a quedar con la primera de ellas, y es que aunque las dos son realmente interesantes, la primera de ellas es la más emblemática.
Para comenzar este reto que cada fin de semana afrontan miles de ciclistas sevillanos, nos vamos a situar en la carretera que circula sobre la presa del pantano de Zahara-El Gastor, en otros tiempos una masa de agua que enamoraba por su color turquesa pero que ha sufrido de manera importante los efectos de la sequía en los últimos años. Es aquí donde comienza la aventura, que muy pronto nos va a llevar por una carretera que rodea las faldas del casco urbano de Zahara de la Sierra, una localidad muy interesante, que bien merece una visita y que se sitúa en una ubicación geográfica casi imposible, incrustada en una peña de roca.
Por delante nos quedan 12,5 kilómetros de subida, con un porcentaje medio del 6,52%. Se trata de un puerto que destaca por no tener grandes porcentajes, pero que sí es famoso por ser muy constante y no dar prácticamente descanso.
Carretera espectacular
La ascensión nos irá llevando en esta primera etapa por lugares como El Molino ‘El Vínculo’, a través de panorámicas en las que si levantamos la vista del manillar de la bicicleta podremos ver perfectamente lo que nos queda por delante, ya que la carretera aparece suspendida como por arte de magia en las alturas. Parecerá imposible que lleguemos allá arriba, pero con esfuerzo y paciencia, conseguiremos nuestro objetivo.
Un recorrido que a medida que vayamos ascendiendo discurrirá por el aparcamiento que se utiliza para iniciar la ruta que lleva a la famosa Garganta Verde y posteriormente al lugar que se puede considerar aproximadamente como el ecuador de la subida, el Mirador de los Acebuches. Puede ser un buen sitio para hacer una pausa, disfrutar de la vista y tomar fuerzas para lo que nos queda, ya que aún tendremos que superar la que está considerada como la parte más complicada del puerto.
Los dos kilómetros siguientes son los más duros de toda la subida, ya que el aumento del porcentaje, con rampas que incluso se acercan al 12%, nos hará apretar las piernas de lo lindo. Eso sí, entramos también en la que es la parte más espectacular de todo el puerto, donde comienzan también a aparecer los primeros pinsapos, ese árbol que se puede encontrar en muy pocos lugares del mundo y que crece aquí de manera salvaje. Escalaremos por una carretera que serpentea entre montañas.
Cada vez queda menos para que consigamos nuestro objetivo, ya lo tenemos a la vista, pero no hay que confiarse, porque el final del puerto, con una larga recta en la que suele soplar el viento, se nos puede hacer interminable.
El objetivo está conseguido, y aunque el cartel anunciador de la cima se refleje que el puerto está a la altura de 1.357 metros, hay que reseñar que se trata de un error, ya que esa es realmente la altura que tiene el cercano pico Coros. La altura auténtica del puerto de Las Palomas es de 1.187 metros. Datos que son realmente solo eso, datos, porque para los amantes del ciclismo, escalar este coloso de la sierra de Grazalema es un auténtico placer y todo un reto al mismo tiempo. Tras alcanzar la cima, lo mejor será dejar la bici un instante y subir a disfrutar de las vistas inolvidables que proporciona el mirador que se encuentra a 50 metros de la cima, desde donde podremos comprobar como el pueblo de Zahara de la Sierra en la lejanía se convierte prácticamente en un punto minúsculo.
Una carretera repleta de curvas y herraduras que parece caer del cielo, paisajes plenos de naturaleza en su máxima expresión, buen tiempo durante casi todo el año y un entorno lleno de localidades más que interesantes, hacen que el puerto de Las Palomas –conocido como el puerto de La Mesa por muchos lugareños-, sea la auténtica meca para miles de ciclistas sevillanos.