Las leyendas sobre el origen del puerto de Hamburgo se pierden en la bruma de los tiempos. Una de las más antiguas relata que los espíritus del Elba se sentían amenazados en su reino fluvial por los hombres y enviaron inundaciones. Incluso acudieron a los gigantes para derribar los muros que los hombres construían para protegerse, de los que quedaría un último resto rocoso en el Süllberg. Pero hubieron de rendirse y hoy siguen esperando el momento de recuperar su territorio, convertidos en búhos que observan a los marineros desde el dique de Billerwerder.
Lo que dice la historia es que, para proteger la ruta comercial que cruzaba la marisma del Alster, cerca de la confluencia con el Elba, se construyó en el siglo IX una fortificación que propició los primeros atraques. Una pasarela de madera de cien metros de largo se fue convirtiendo desde entonces en un indiscutible foco de actividad portuaria que el 7 de mayo de 1189, convertida ya en el Nikolaifleet, recibió el privilegio del comercio libre de impuestos en el Bajo Elba y hasta el mar del Norte de manos del mismísimo emperador Federico Barbarroja.
Cada año, el puerto de Hamburgo celebra su fundación con una gran fiesta, que en esta ocasión ofrece un nutrido programa a partir del 9 de mayo. Toda la ciudad se entrega a este 835º aniversario, en el que vuelven a cobrar vida sus más célebres marineros: desde el capitán Jan Smidt, que encontró la forma de desafiar a las sirenas, hasta el bucanero Klaus Störtebeker, decapitado por sus marineros en Grasbrook, el 20 de octubre de 1401.
Durante el puente alemán de la Ascensión, el internacional Hamburg Harbour Anniversary invita a subastas de pescado hasta conciertos en la Filarmónica del Elba, pasando por la exposición de cientos de embarcaciones y, por supuesto, el tradicional baile de los remolcadores. Se esperan más 250 barcos, entre los que destacan los imponentes veleros ‘Dar Młodzieży’ y ‘Alexander von Humboldt II’. Por primera vez, participarán el nuevo buque de prospección, búsqueda e investigación de naufragios ‘Atair’, de la Agencia Federal Marítima e Hidrográfica Alemana, y el buque de investigación ‘Uthörn’, del Instituto Alfred Wegner, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina, con tecnologías de buques de última generación y respetuosas con el medio ambiente. Las orillas a lo largo del Elba se convertirán, además, en un gran escenario marítimo al aire libre, con conciertos al aire libre y actuaciones en directo de estrellas nacionales e internacionales hasta altas horas de la noche.
Uno de los actos más destacados tendrá lugar el viernes, cuando un gigantesco escenario flotante, apoyado por los remolcadores portuarios del Fairplay Towage Group, transformará el Elba en un mar de luces de ensueño. Y el sábado, AIDA Cruises invitará a un espectáculo de luces y drones nunca antes visto, según ha adelantado la revista Piste. Y los visitantes podrán rememorar también las más antiguas tradiciones de un puerto que gusta rememorar su historia, como el abrazo a la cabeza de león que adorna la puerta derecha de la iglesia de San Pedro, que documenta la colocación de la primera piedra de la torre, en 1342, y cuyo anillo abrazaban los comerciantes en la Edad Media para sellar un contrato.
No en vano, con su adhesión en 1321 a la Liga Hanseática, el puerto de Hamburgo pasó a formar parte de la unión económica más importante de la Alta Edad Media en el norte de Europa. Obtuvo privilegios con Inglaterra y Flandes, estableció puestos comerciales en Londres, Brujas, Ámsterdam, el norte escandinavo y en ricos emplazamientos en el interior de Alemania. En los siglos XVII y XVIII, cuando los corsarios de la costa norteafricana se convirtieron en una grave amenaza, Hamburgo protegió a los mercantes con convoyes fuertemente armados al mando del almirante Karpfanger, y no encontró competidor a su altura hasta 1664, cuando se le concedieron derechos similares a Altona, que todavía era danesa. Pero para entonces ya se había forjado en la ciudad una idiosincrasia marinera, mercantil, exploradora y libertaria, de la que hoy sigue haciendo bandera.
Las actuales instalaciones portuarias fueron construidas durante la industrialización del siglo XIX en Harburg, independiente hasta que, en 1937, ambas ciudades se fusionaron. La mayor parte del puerto seguía siendo franco para las aduanas, pero las mercancías yo no podían almacenarse libres de impuestos, lo que obligó a crear áreas de compensación en la Specherstadt, uno de los complejos de almacenes más grandes del mundo y Patrimonio de la Humanidad. Tras la reconstrucción casi por completo, posterior a los bombardeos de la II Guerra Mundial, el puerto se adaptó con rapidez al nuevo comercio marítimo y, en 1990, comenzó la planificación de la Terminal de Contenedores Altenwerder (CTA), de última generación,operado por completo con electricidad y con un nivel de emisiones catacterísticamente bajo.