¿Se ha retirado el golfista vizcaíno Jon Rahm del US Open por unas simples ampollas en un pie? ¿Ha evitado los calambres el tenista murciano Carlos Alcaraz con un batido de pepinillos en la final de Roland Garros, en París? Son cuestiones sorprendentes que han afectado a dos grandes campeones españoles en los últimos días, y para las que la ciencia ofrece posibles explicaciones.
El Colexio de Podólogos de Galicia (Copoga) aclaró ayer en una nota que la retirada del golfista de Barrika de uno de los 4 grandes torneos del mundo pudo deberse “a su marcha, marcada por su afección de pie zambo en la infancia y su gran envergadura”.
El pie zambo o equinovaro es una anomalía congénita frecuente que afecta a los músculos y huesos de esta extremidad. En lugar de orientarse hacia delante y tener la forma típica de un pie normal, el pie zambo se orienta hacia abajo y gira hacia dentro. El Colexio de Podólogos explica que el jugador vasco fue tratado de pie zambo en el pie derecho en el período neonatal, lo que limitó el movimiento de su tobillo derecho y le produjo una diferencia de longitud entre ambas piernas de 1,5 centímetros, según declaró el propio deportista.
Rahm llevaba arrastrando desde hace días una infección entre el cuarto y el quinto dedo de su pie izquierdo, lo que le produjo incluso un agujero que le impedía calzarse y le llevó a llevar una chancleta y separadores digitales en dicho pie. Según el Copoga, el pie zambo y su gran envergadura han podido condicionar la marcha del jugador, unido al “tipo de calzado usado en golf, con poco espacio digital, y las horas de entrenamiento y gestos técnicos propios de este deporte”, apunta.
Por ello, los podólogos gallegos recomiendan cambiar el calzado al terminar la práctica del golf e intentar controlar la sudoración del pie con calcetines adecuados y antitranspirantes para prevenir las infecciones por bacterias y hongos, más habituales en épocas de calor.
Misterioso brebaje
Al “misterio” del jugo de pepinillos en vinagre de Alcaraz ha dedicado un artículo divulgativo José Miguel Soriano del Castillo, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Valencia. Como recuerda este científico en “The Conversation”, el joven jugador murciano ya había padecido calambres ante Djokovic en la edición anterior de Roland Garros. El pasado domingo, en el quinto y decisivo set de la final del torneo parisino, bebió jugo de pepinillos en vinagre para evitar ese mismo problema ante Zverev.
Soriano apunta que ya en 2000 hay una referencia al uso de este brebaje por parte de algunos entrenadores de atletismo y de fútbol como remedio anticalambres casero. Lo mencionó Michael F. Bergeron, de la Facultad de Medicina de Georgia (EEUU). “Julia Georgieva, de la Universidad Curtin (Australia), sugiere que el jugo de pepinillos alivia los calambres no por la reposición de electrolitos, sino como consecuencia de una respuesta refleja neurofisiológica provocada por el sabor ácido y agrio al activar ciertos receptores en la boca y garganta. Este fenómeno podría influir en la inhibición de los nervios responsables de los calambres”, expone Soriano. Añade que está documentado el caso de un deportista que consumió entre 30 y 60 ml de jugo de pepinillos al comienzo de un calambre, que desapareció a los 35 segundos y durante el resto del entrenamiento. La clave parece estar en el vinagre: se necesita mucha menos cantidad de este líquido para tratar un calambre que de jugo de pepinillos. Y si se usa la misma cantidad de ambos, el primero tarda menos en aliviar el doloroso episodio.
Ganar en París, desde luego, bien vale beberse un batido de pepinillos, aunque sea desagradable al paladar. Como dice el lema que preside la pista central de Roland Garros, “la victoria pertenece al más tenaz”.