La Unión Europea de Radiodifusión intenta evitar que el certamen musical de Eurovisión se politice por la guerra en Gaza. Filtra previamente los contenidos de las canciones y prohíbe y sanciona los símbolos y proclamas ideológicas. Aun así, la UER ha sido objeto de críticas porque, al contrario que con Israel, sí expulsó rápidamente a Rusia tras la invasión de Ucrania, basando su decisión en la falta de independencia de las televisiones rusas participantes y en que la petición de boicot había sido hecha por varios países. Anoche, el país de Benjamín Netanyahu pasó a la final entre vítores y abucheos. Y con sorpresa: Italia filtró los datos del televoto y desveló que Eden Golan, su representante, recibió el 40% de sus votos.
La final del concurso este sábado en Malmö (Suecia) va a celebrarse en medio de la peor matanza de civiles palestinos de la historia reciente. Una que se está cebando especialmente con los niños. Los bombardeos israelíes han acabado ya con más 15.000 menores y muchos miles más han sufrido heridas graves, como amputaciones de uno o varios miembros. Las imágenes en redes sociales de los cuerpos infantiles despedazados, así como las mofas de los soldados israelíes que disparan las bombas, corren como la pólvora. Han provocado un movimiento internacional de solidaridad sin precedentes que se plasma estos días en centenares de manifestaciones en los campus universitarios de todo el mundo. Del otro lado, los israelíes y los que les apoyan no olvidan la matanza de civiles que perpetró Hamás el pasado 7 de octubre, en la que murieron al menos 1.154 personas.
Todo ello ha dado origen a una guerra cultural que amenaza con empañar este certamen. ¿En qué se traducirá? Paradójicamente, la situación puede favorecer las opciones de la concursante israelí, Eden Golan.
Los puntos se obtienen al 49,4% de los votos de un jurado profesional y al 50,6% del voto del público, a través de mensajes o llamadas, fundamentalmente. Es este último el que puede favorecer a Israel. No porque concite más apoyo popular, sino porque Israel tiene un grupo de fieles defensores.
“El conflicto va a polarizar el voto. Y el rédito que da tener un cierto porcentaje de seguidores convencidos favorece más que lo que perjudica el hecho de tener muchos detractores. Recordemos que se vota una canción”, explica en conversación con este diario Antonio Obregón, experto en geopolítica de Eurovisión y profesor de Derecho y Relaciones Internacionales de Comillas ICADE.
Los votantes que quieran defender a Israel concentrarán su voto en ese país, mientras que los que quieran castigarlo se dividirán entre el total de los otros 36 países participantes.
Castigos y apoyos en Eurovisión
“Cuando existe un conflicto, eso se suele reflejar en las votaciones porque surgen bandos y eso se traslada al voto. El ejemplo más reciente fue la victoria de Ucrania, que ganó por el televoto pero no por el jurado profesional, y no tanto por cuestiones artísticas, sino por corriente de simpatía el conflicto ucraniano”, añade Obregón.
En otros años, ya se ha notado mayor voto popular a Israel en países donde hay una población judía mayor, por ejemplo Francia, apunta el experto. A priori, ya hay un dato que es revelador, el de las casas de apuestas. Al comienzo del conflicto, sobre todo tras el atentado, Israel se encaramó a los primeros puestos, y llegó a estar primera en noviembre, antes de conocerse qué canción iba siquiera a presentar. Ahora ha ido descendiendo, pero aun así se sitúa en la primera mitad de la tabla, entre las primeras 15 canciones.
¿Por qué se expulsó a Rusia y no a Israel?
Rusia fue expulsada de la Unión Europea de Radiodifusión en 2022. Se lo pidieron a la Sociedad Europea de Radiodifusión las televisiones integrantes de países nórdicos, algunos de los bálticos y Países Bajos, que además amenazaron con boicotear Eurovisión en caso contrario.
El motivo oficial de la expulsión fue que la televisión pública rusa no cumplía con los estándares de independencia que reclaman los miembros de la Unión de Radiodifusión. “Es discutible, porque hay televisiones de países en las que cuando menos es cuestionable que las cumplan”, argumenta Obregón. “En el caso de Israel, no ha habido petición de las demás corporaciones de radiotelevisión, probablemente por razones políticas. Además, la televisión pública israelí, KAN, no es como las de Rusia y de hecho tienen relaciones tensas con el Gobierno israelí”.
Politización de las letras
Sin embargo, la propuesta israelí fue politizada en sí misma desde el comienzo. Hasta en dos ocasiones rechazaron los organizadores la letra de la canción que quería enviar Tel Aviv, porque hacía referencias a los ataques de Hamás del 7 de octubre.
No es la primera vez que ocurre. En 2021, Bielorrusia intentó presentar en 2021 una canción a mayor gloria del dictador Aleksandr Lukashenko, que un año antes había reprimido a sangre y fuego las protestas populares. Decidieron también expulsarla.
El caso más sonado de boicot fue el de 1969, cuando se celebró en Madrid, en una España bajo el régimen de Franco. Austria no participó.
En 2012, cuando se celebró en Azerbaiyán, quien dejó de participar fue Armenia. Ambos países tenían un conflicto territorial sobre la región de Nagorno Karabaj y han tenido enfrentamientos bélicos frecuentes, que han terminado con lo que el Parlamento Europeo ha definido como limpieza étnica de los armenios del enclave.
En 2009, cuando se celebró en Rusia, no participó Georgia, que quería llevar una canción en la que cargaba contra el presidente ruso Vladímir Putin. Luego también la propia Rusia intentó boicotear la celebración del festival en Kiev en 2017. Ucrania presentó una canción que evocaba el genocidio de los tártaros. Rusia Intentó llevar a una artista de Crimea, y Ucrania se negó a aceptar esa participación.
Israel participa en el festival desde 1973. Entró poco después de la matanza de los atletas israelíes por palestinos en Múnich. “Intentó aprovechar la corriente de simpatía que hubo a favor de Israel tras el atentado de los Juegos Olímpicos. Se discutió su permanencia tras la guerra posterior con Egipto de 1973, pero volvió a participar en 1974”, concluye el experto. “Desde entonces, Tel Aviv busca con su participación homologación a las democracias occidentales, mostrar que lo más próximo que existe es el Estado de Israel. En 1998 ganó Dana Internacional, la primera transexual que ganó el certamen. Fue una auténtica revolución, criticada por algunos como una suerte de pink washing”.
En ocasiones, no es el conflicto sino su resolución lo que domina la geopolítica de Eurovisión. En 2009, Israel llevó a una cantante israelí y otra palestina, Noa & Mira Awad, un dúo en favor de la paz. La canción se titulaba Debe haber otra vía.