La Galería Aurora Vigil-Escalera, en Gijón, se ha visto transformada por una amplia selección de esculturas de Ernesto Knorr, obras recientes que permiten obtener una visión actualizada de su propuesta plástica. Hay piezas de pequeño formato, muy atractivas, que plantean las infinitas posibilidades que este tipo de trabajos puede llegar a ofrecer y quizá, posteriormente, puedan llegar a tener un desarrollo a mayor escala. Por otro lado, hay obras de gran formato, de casi dos metros de altura, que poseen el carácter monumental que caracteriza las esculturas públicas más conocidas de este artista, muchas ubicadas en poblaciones asturianas, como “Litoral”, en el entorno natural de Viavélez, en el concejo de El Franco, o integradas en el ámbito urbano como “Dinámica”, en el barrio de Contrueces de Gijón; “Árbol singular”, en Pola Siero, o “Vertical”, en Infiesto.
La geometría y la abstracción definen su trabajo, como también la elección del acero como material, alineándose con una gran tradición de escultores herederos de las vanguardias históricas como Jorge Oteiza o Eduardo Chillida. El acero inoxidable y el acero corten conviven en algunas piezas, y es el acabado de este último el que singulariza sus obras, el proceso de oxidación del metal aporta unas tonalidades rojizas muy atractivas, como una segunda piel que introduce efectos naturales y texturas. Aunque estemos ante un lenguaje plásticos radicalmente geométrico, su calidez le aleja de la frialdad característica del minimal.
Recientemente, analizando el trabajo de María Jesús Rodríguez, me refería a esa sensibilidad especial que poseen algunos artistas para extraer de la apariencia fría y aséptica de materiales de procedencia industrial, como el cartón o el acero, cualidades estéticas únicas. Y es en esta transformación de los aspectos intrínsecos a la materia, desde su inmanencia, donde hallamos lo esencial de estas esculturas. Propician una comunicación con el espectador, especialmente las piezas exentas que podemos rodear para obtener una visión de conjunto. Así se percibe en “Ascendente”, “Equilibrio C” o “Vertical C”; pero también está la sencilla contemplación de la belleza a través de la armonía compositiva, el equilibrio y la ingravidez de la piezas de pared, como “Mural 1” y “Mural 2”, que, concebidas como relieves, contienen la verdad estética de un creador que está llegando a su plena madurez, a esa certeza a la que alude el título, un convencimiento de estar en el camino adecuado y que ya, hace algunos años, pronosticó el crítico Rubén Suárez: “Lo que hay en la escultura de Ernesto Knorr de mayor interés y singularidad está en la autosuficiencia estética de su lenguaje formal, que encuentra su expresividad en las tensiones rítmico-espaciales y en la cadencia de sus formas modulares”.
Es en las esculturas de mayor formato donde están más presentes estas aportaciones plásticas. Hay obras que se cierran en sí mismas a partir de un marco que aporta solidez al conjunto articulando una concatenación de prismas que potencian los efectos de movimiento. En ellas hay distintos acabados e, incluso, como ocurre en “Duple P”, diversas posibilidades combinatorias. Por otro lado, se encuentra la esbeltez de las piezas verticales, obras expandidas que utilizan el espacio como engarce y que se han concebido mediante volúmenes escalonados y dinámicos que se proyectan en distintas direcciones. Son masas en tensión que apenas se rozan y que transmiten una mágica sensación de ligereza.
Compositivamente algunas de estas obras recuerdan la serie “Cubi” de David Smith, pero se distancian de ellas en el acabado y las calidades que provoca la materia. Como el escultor estadounidense, nuestro artista parece preguntarse cómo podríamos convertir el movimiento y el tiempo en forma, profundizando en los presupuestos que, en este sentido, ya se habían planteado algunos artistas futuristas como Umberto Boccioni. Pero más allá de estas especulaciones, ante las nuevas esculturas de Ernesto Knorr se percibe la enorme dificultad proyectual y técnica que poseen y que permite retomar la acertada afirmación de que “la escultura es tan compleja como la vida”: en ella encontramos una proyección de nuestra propia naturaleza siempre en búsqueda del equilibrio.
Certezas
Ernesto Knorr
Galería Aurora Vigil Escalera, c/ Capua 21, Gijón. Hasta el 25 de junio
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