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Primoz Roglic es el ciclista de la sonrisa eterna, el que quiere vivir la Vuelta día a día, y también el que no esconde las cartas, pone a su equipo a trabajar con fuerza, sin que ahorren nada de energía, para que suden más que el resto de los contrincantes en un martes que pasó por la comarca extremeña de la Vera, donde el termómetro alcanzó los 40 grados, antes de enfrentarse al cemento del Pico Villuercas.
Ya es líder de la Vuelta porque Wout van Aert se desentendió del jersey rojo. Ya va primero porque su equipo, que se llama Red Bull desde el Tour, puso la carne en el asador. Buscó las cosquillas sin importarle que todos vieran que cuando ni Pogacar, ni Vingegaard, ni Evenepoel están activos, a él difícilmente nadie lo frena, a pesar de que vio a uno de los mejores Enric Mas, con un Mikel Landa que no traicionó las palabras pronunciadas en Lisboa, al asegurar que él estaba aquí para luchar por la victoria.
Roglic ganó la etapa en un extraño esprint con el belga Lennert Van Eetvelt, que levantó un brazo cuando creía que iba a conseguir un triunfo que todavía tenía muy lejos. Bajo la tiranía del ciclista esloveno, la Vuelta sufrió una escabechina en tres kilómetros de rampa de garaje. Roglic fue a lo suyo, a buscar las cosquillas y a lograr precisamente lo que consiguió: vestirse de líder.
Descubrió que principalmente deberá preocuparse de tres rivales, dos españoles, Mas y Landa, y el portugués Joâo Almeida. Y aquí, precisamente, viene una pregunta, ¿qué hace la escuadra de capital árabe sin Juan Ayuso en la Vuelta? El ciclista español habría sido más una bendición que un estorbo para el conjunto del ausente Pogacar.
Soplos de confianza
Sí ofrecieron soplos de libertad y confianza Mas y Landa, cada uno a su manera. «He estado en mi sitio», defendió el mallorquín del Movistar. Cruzó la meta en el mismo tiempo que Roglic. Landa, en cambio, fue de menos a más. Atacó y fue a por la victoria de etapa sabedor que en un esprint de siete corredores solo podía llegar el último que es lo que pasó. «He disfrutado porque no sabía cómo estaba», admitió Roglic. Pues está bien. No hay ninguna duda. n
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