No está habituado Novak Djokovic a plantarse en mayo sin catar metal. Que eso le pase a casi cualquier otro jugador del circuito puede entrar dentro de lo asumible, pero cuando le pasa al tenista más ganador de la historia, todos los cimientos de su entorno tiemblan. Volcánico como ninguno, trabajar y convivir con Nole supone una evaluación continua para todos los que le rodean. Y si no que se lo digan a todos los que formaban su equipo de confianza, a los que ha ido fulminando uno por uno tras un inicio de año deficiente para sus elevados estándares.
No es la primera vez, quien sabe si será la última por su edad, que el número uno muestra ese reverso tenebroso. Autoexigencia máxima para él, pero también para los que le rodean. Solo así se entiende su ascenso hasta convertirse en el mejor tenista de la historia, al menos según los números. “Estoy acostumbrado a ganar títulos y comparado con los últimos quince años la actual no es por ahora una buena temporada. Llegué a semifinales en Australia y aquí en Montecarlo. Solo he jugado tres torneos en todo el año…”, enumeraba el ganador de veinticuatro Grand Slam tras ser eliminado en semifinales El Principado.
Para encontrar el principio del fin de su último equipo hay que remontarse hasta diciembre de 2022, cuando el argentino Ulises Badio, su fisioterapeuta en las últimas temporadas y el encargado de recuperarle de las lesiones que pusieron en jaque su carrera, enfiló la puerta de salida. Una ruptura que en un principio pareció un caso aislado, pero que un año después empezó a virar hacia la desintegración total del mismo.
A pesar de cerrar un año de ensueño (Australia, Roland Garros y US Open y el ‘sorpasso’ en grandes a Nadal) con la conquista de la Copa de Maestros, Djokovic empezó a dar pista de lo que estaba empezando a cocinar en su cabeza a finales de 2023. Entonces prescindió de golpe de su agente Edoardo Artaldi y de su jefa de prensa Elena Cappelaro, ascendiendo al extenista español Carlos Gómez-Herrera al puesto de ‘team manager’, además de ser su entrenador asistente.
“Estuve dispuesto a morir por Djokovic”
En las Antipodas las cosas no fueron como habitúan para Djokovic, cuyo único camino es ganar, y poco después la caja de Pandora terminó de explotar con el despido más sonado, el del croata Goran Ivanisevic, su entrenador. En marzo, por sorpresa y en plena gira americana, el serbio anunció que no continuaría trabajando con el hombre que le ha ayudado a conquistar 12 Grand Slams en los últimos seis años para empezar a hacerlo con el exdoblista Nenad Zimonjic.
Todos fueron despedidos con mensajes emotivos, haciendo ver un cariño incalculable hacia su antiguo núcleo de trabajo, aunque poco después los motivos empezaron a trascender. “Hay que reconocer que ambos tenemos una sensación de fatiga y saturación. A veces la gente olvida toda la tensión que hemos tenido que afrontar juntos, como cuando era señalado como el mayor villano del planeta por todo lo que ocurrió durante la pandemia. Estuve dispuesto a morir por él, dispuesto a luchar con el mundo entero. No era fácil en esos momentos (en el 2022) ser su entrenador, nos miraban como si fuéramos leprosos”, recordó días después de oficializarse la ruptura Ivanisevic, que se trasladó a la fecha en la que empezó a notar que algo no iba bien.
“Me di cuenta de que estábamos llegando a ese punto por primera vez el año pasado, en Estados Unidos, aunque la derrota en la final de Wimbledon nos afectó muchísimo, especialmente a mí. Luego ganó a Alcaraz aquel memorable en Cincinnati y yo ya sabía que nuestro final estaba cerca. Quizá deberíamos haberlo dejado después del US Open, pero me operé de la rodilla y lo dejamos correr”.
Reset total antes de Roland Garros
No fue Ivanisec, sin embargo, el último en caer, puesto que la escabechina llegó a su fin hace unos días con un último despido, quizás el más sorprendente por la relación que mantenían. Marco Panichi, su inseparable preparador físico, salió de su equipo entre loas y agradecimientos del serbio. “Hemos tenido unos años de colaboración increíbles. Llegamos a la cumbre, ganamos rítulos, logramos récords”, dijo el serbio, que para sustituirle tiró de su vieja agenda y rescató al alemán Gebhard Phil-Gritsch, ya fue su preparador físico en el pasado.
Ya no queda nadie del equipo con el ganó las ATP Finals de 2022, los tres Grand Slams de 2023 y revalidó reinado en la Copa de Maestros en Turín en 2023. Cuando parecía que el serbio había encontrado la estabilidad, volvió por sus fueros. A punto de cumplir los 37 años, Djokovic ha decido hacer un ‘reset’ total, otro más. Una última vuelta de tuerca en busca de encontrar la forma de volver a avivar el fuego de su implacable voracidad y seguir ganando después de haber acabado con el debate sobre quién es el mejor tenista de la historia.