Es probable que su nombre aún no le suene demasiado, pero sus canciones están marcando a una generación. Lo más seguro es que, si tiene hijos, su música se haya colado en casa a través del teléfono. Pues ahí, entre algoritmos y ondas, es donde ha impulsado una carrera de vértigo. Es la Aitana latinoamericana, la artista que se ha llevado todas las miradas en el último lustro. Denise Rosenthal hace un pop-de-aire-urbano-y-piel-feminista que ha revolucionado el mercado de dentro para fuera. Todo lo que paladea es fruto directo de una garganta que quiere zarandear los cimientos. De ahí que, frente a los detractores, ella sirva arte de fuerte calado emocional. La fórmula (casi) perfecta para reventar las cifras. “He realizado un trabajo duro que me está dando alegrías”, dice la joven chilena, que acaba de lanzar ‘Supernova‘.
En su país y alrededores, es uno de los rostros más conocidos. En parte, por su participación en las series infantiles ‘Amango’ y ‘El blog de Feña’ cuando tenía 17 años. Es cierto que le costó quitarse de encima los papeles que interpretó, pero no cambiaría por nada el desarrollo que vivió. “La audiencia sentía que, realmente, yo estaba en sus salones cada día. Pensaba que me conocían mejor que nadie. Por ello, cuando decidí emprender un nuevo camino, me costó mostrarme como era de verdad. Sufrí una pequeña crisis profesional y personal porque no sabía quién era”. Para responder las preguntas que entonces le impedían avanzar, decidió mudarse a Argentina. Y allí, sola ante la adversidad, empezó a conectar con la música. Un reto que no sólo le salvó la vida, también la encumbró como una de las autoras más interesantes del momento.
“Me camuflo en el pop porque me permite llevar mensajes potentes al mayor número de oyentes posible. Generar contenidos constructivos es mi gran ambición. Quiero conectar a la gente y acompañarla en sus procesos interiores”, sostiene. Este es el propósito que ha defendido desde que, en 2013, debutó en solitario con ‘Fiesta’. Y para reforzarlo no ha dudado en sumar fuerzas con otros nombres clave de la industria. Entre ellos, Mala Rodríguez, Lola Índigo, Dulce María, Danna Paola y Soulfia: “Es triste que, como sociedad, haya menos espacios para las mujeres. Y que, en consecuencia, muchas los cuiden tanto para no perderlos. Sin embargo, tenemos que colaborar entre nosotras. Todas somos diferentes, auténticas e independientes. Y cuantas más seamos, más referentes habrá. Eso lo importante”.
Amor y feminismo
Tras ‘Cambio de pie’l (2017) y ‘Todas seremos reinas’ (2021), Denise ha dado un paso más al frente con ‘Supernova’ (2023). A lo largo de 10 temas, la cantante toma el disfraz de heroína para relatar los esfuerzos a los que se ha tenido que enfrentar en estas 33 primaveras. Habla del amor, la esperanza, el dolor, el futuro y la templanza que no han parado de azuzarla: “Tenemos la capacidad de conectarnos con nuestra espiritualidad para defendernos de una manera más sana, consciente y empática. Siempre estoy en una batalla conmigo misma y, por ende, intentando alcanzar el equilibrio. He abrazado la oscuridad para hacerme más fuerte. El ser humano busca pertenecer a algo, por lo que, cuando se siente reflejado en otro, recibe un cariñito en el corazón”. Una certeza que ha asumido como un mantra. Quizá, para ser coherente con el imaginario que defiende.
Hay quien ya la considera un icono feminista a pesar de corta edad, un atributo que prefiere asumir con pinzas. “No me veo así”, subraya. Aunque no puede negar que forma parte del movimiento y que participa en él con ahínco. En especial, tras una experiencia que la marcó de por vida. “Una amiga mía sufrió una violencia intrafamiliar muy fuerte que terminó mal. A partir de ahí, empecé a estudiar y vi esta causa como una vía para producir diálogos y alcanzar un mundo equitativo. Es parte fundamental de mi visión. Soy mujer y quiero avances, pero desde el amor. El principal objetivo es introducir cambios profundos que nos permitan seguir adelante, no hay que dejarlo sólo en manos de los políticos. Esa transición también tiene que ser individual”. Así lo deja patente en cortes como ‘El amor no duele’, ‘Ni un fruto’ o ‘Balance’.
Ahora bien, pone el foco sobre la cantidad de corrientes que han surgido alrededor del feminismo. Ya que considera que, cuando se hacen tantos juicios de valor, la respuesta inmediata es la división. “Hay que incorporar a los hombres, ellos tienen que hacer un ejercicio consciente que nos permita evolucionar. Falta comprender que todos tenemos luchas diversas en nuestras distintas situaciones”, apunta. Para reguardar esta postura se apoya en la palabra cantada. Pues sabe que en ellas reside un poder capaz de traspasar la melodía: “Debemos ser impecables. En mis canciones, intento realizar afirmaciones positivas. Me digo que soy suficiente, que soy valiente, que soy grande… Y yo creo que sirve”.