Desde finales de los años 80, Marbella ha sufrido una enorme transformación en todos los terrenos, y muy especialmente en el gastronómico. La oferta de esta ciudad y sus alrededores es ahora rica y variada, con restaurantes, bares y chiringuitos para todos los gustos. Lógicamente no es oro todo lo que reluce. Entre tan amplia variedad es normal que haya sitios que no dan la talla, pero en la balanza pesa bastante más lo bueno, incluso lo muy bueno. El principal fallo no está tanto en la calidad de la cocina como en el servicio. La falta de personal cualificado, que afecta a toda España, se deja notar en los meses de verano, aunque por fortuna hay algunas excepciones. Pero cuando se pagan cuentas que rondan o superan los cien euros por persona no se deberían producir fallos.
En el terreno de las estrellas, Marbella ha sabido superar el varapalo que supuso la absurda renuncia de Dani García a las tres que recibió tras muchos años buscándolas. Entre otras cosas porque tiene un restaurante que está a punto de lograrlas, Skina (Cánovas del Castillo, 9). La de esta casa ha sido la novedad más importante de esta temporada. Su traslado desde un pequeño local en una estrecha callejuela del casco histórico a un nuevo y lujoso emplazamiento lo sitúa en todas las quinielas sobre los próximos triestrellados. Gran trabajo el del asturiano Marcos Granda, que podría sumar así nada menos que la octava estrella para su grupo de restaurantes repartido entre Marbella, Madrid y Asturias. Por instalaciones, equipo de sala, bodega y su cocina clásica y elegante a cargo del joven Mario Cachinero, Skina es un tres de libro.
También han renovado por completo su restaurante Messina (Avenida Severo Ochoa, 12) los argentinos Mauricio Giovanini y Pía Ninci. Un cambio de imagen en consonancia con la excelente y muy personal cocina de esta casa, que ostenta una estrella. Como la ostenta Back Tapas (Pablo Casal, 8), el comedor de David Olivas y Fabián Villar en el centro de la ciudad, que empezó siendo un lugar principalmente de tapas (de ahí su nombre) para ir evolucionando hacia un sólido restaurante de lo que algunos llaman «alta cocina informal». El cuarto estrellado de la ciudad es Nintai (Ramón Gómez de la Serna, 1), notable establecimiento japonés que también pertenece a Marcos Granda.
Pero en Marbella hay mucha vida fuera de las estrellas. Ahí está el ambicioso Boho Club (Urbanización Lomas de Río Verde, 144), en el hotel del mismo nombre, que tiene al frente a un cocinero sólido y de largo recorrido, Diego del Río. Y La Milla (Playa de Nagüeles), estupendo chiringuito en la playa reconvertido en un gran restaurante de producto, el mejor de Marbella y uno de los grandes de la Costa del Sol. Mérito de dos grandes profesionales, Luismi Menor y César Morales.
Mención especial para dos restaurantes situados en hoteles de lujo, ambos con mucho nivel de cocina y de sala. Por un lado el producto y las brasas de Erre de Urrechu, en el Don Pepe (Hotel Meliá Don Pepe. José Meliá, s/n). Por otro el clasicismo de La Veranda, en el Villa Padierna, donde también se encuentra otro buen japonés, 99 Sushi Bar (Hotel Anantara Villapadierna. Urbanización Flamingos Golf. Benahavís). Por contra, pese a sus excelentes vistas, todavía la falta rodaje a Edge (Hotel El Fuerte. Calle El Fuerte, s/n), asesorado por Paco Pérez, en el hotel El Fuerte. Hotel que ha quedado magnífico tras su profunda reforma y donde ofrecen unos desayunos de categoría. En este mismo hotel vale mucho la pena el chiringuito en la playa. Se llama Soleo y manejan una excelente materia prima tratada con acierto.
Fuera de los hoteles, muy recomendable Areia (Ramón Gómez de la Serna, 23), el restaurante de Carlos García Mayoralas, con una notable cocina de corte clásico. En su línea de siempre Fernando Alcalá, que fue cocinero revelación en Madrid Fusión hace unos años, con su personal cocina cargada de guiños exóticos en Kava (Antonio Belón, 4). Alcalá acaba de abrir justo al lado Cotxino (Antonio Belón, 8), un genuino y sencillo bar que se ha convertido en un éxito, abarrotado de público local.
Siguiendo con las barras y similares, apunten Primeria Selection (Notario Luis Oliver, 6), La Niña del Pisto (San Lázaro, 2) y muy especialmente la Taberna y la Tienda de Casa Curro, a las que se ha unido, en un pequeño local contiguo, La Marisquería (Pantaleón, 7), que tiene al frente a Fernando Villasclaras, quien tuvo estrella en El Lago. Producto marino de calidad, bien en estado puro, bien con el acertado toque personal del cocinero. Para cocina japonesa no podemos olvidar Ta-Kumi (Gregorio Marañón, 4), uno de los grandes nipones de España. Y para unas buenas frituras, Merchán (San Gabriel, 10. San Pedro de Alcántara) o El Ancla (Avenida Carmen Sevilla, s/n).