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De cómo el padre de Agustín Fernández Mallo cruzó volando el Atlántico con 20 vacas desde Canadá

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Agustín Fernández Mallo, gallego residente en Mallorca, 57 años, dejó aparcada su profesión de físico para dedicarse a la literatura, pero su mirada analítica y macroscópica (la realidad aumentada de los pequeños detalles) sigue manteniéndose en su mirada de escritor. Acaba de publicar ‘Madre de corazón atómico’ (Seix Barral), igual que el título de un celebrado álbum de Pink Floyd que tiene en su portada una hermosa vaca frisona que su padre, veterinario de profesión y cuando el escritor era niño, le describió anatómica, fisiológica y genéticamente obviando el contenido del álbum. En ese recuerdo está la semilla creativa del autor. “Yo siempre he construido mi literatura a base de epifanías domésticas -explica el autor de visita en Barcelona-, pero llevaba escritas muchas novelas cuando me di cuenta de que esa manera de interpretar la realidad la heredé de mi padre, que me trasmitió la posibilidad de maravillarme por asuntos que se dirían ocurren en mundos paralelos aunque en realidad están en este. Eso ha conformado mi manera de ver el mundo y por lo tanto, mi forma de contar historias”.

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