Debutante en la Champions y MVP en el estreno. El premio al mejor jugador para el más neófito de los 29 futbolistas que participaron en el Barça-Nápoles. En una eliminatoria a vida o muerte para ambos equipos. Europa descubrió a Pau Cubarsí Paredes.
Descubrió la majestuosidad con que Cubarsí saca el balón, impropia y extraordinaria de la extrema juventud de un futbolista de 17 años y 50 días, un menor de edad emplazado a salvar a un club como el Barça. Igual que Lamine Yamal (16 años y 243 días) que ya fue el año pasado el segundo más joven de la historia futbolística europea en debutar. El único precedente de precocidad parecido al de Cubarsí fue el italiano Giuseppe Bergomi, que debutó con 17 años en el Inter de Milán y fue titular en una eliminatoria europea con 17 años y 72 días.
“Cuando Pau tiene la pelota a mí las pulsaciones no me suben”, se sinceró Xavi Hernández al ver la exhibición de Cubarsí en el pase, con un 90% de acierto. “Nunca se pone nervioso, tiene una personalidad muy tranquila”, resaltó el técnico, feliz por ver que el central será uno de sus legados.
“Cuando Pau tiene la pelota a mí las pulsaciones no me suben”, Xavi Hernández, entrenador del Barça
El defensa que engaña
Descubrió a un defensa que engaña. Detrás de un chico de faz infantil y mofletuda, hay un futbolista fiero que cuerpea, araña, empuja y pega hasta hacerse respetar por delanteros que auguraban una noche fácil: los Sorloth, Muriqi, Osimhen, y compañía se van llevando desagradables sorpresas cuando les dicen que lidiarán con un juvenil de segundo año.
Ante Nápoles, que para algunos posee mejor delantera que el Barça, Cubarsí ganó todos los duelos por tierra y en juego aéreo, recuperó el balón en cinco entradas e interceptó otros cinco balones.
Cubarsí es mucho que un defensa, al que se le pide, o del que se espera, eficiencia máxima en la tarea destructiva que reclama su posición. Es un formidable pasador que tira pases verticales que rasgan tres líneas del rival. “Me gusta salir jugando desde atrás, como siempre se ha hecho en can Barça”, dijo, como se sintiera impelido a preservar las esencias del estilo azulgrana. Tiró cuatro pases al último tercio de campo con destinatario final.
Con la naturalidad del que ha hecho la misma faena toda la vida. Lo que no deja de ser cierto en su caso y en el de todos los niños de la cantera azulgrana. Tal vez lo hace Cubarsí por ser todavía un adolescente que no calibra la importancia del lugar en el que está. Y si la calibra, no le resulta tan distinta a la presión que habrá sentido siendo alevín, infantil y cadete del Barça exigido a ganar siempre a partir de unas instrucciones concretas, aprendidas y constantemente repasadas. Al menos, en el fútbol base.
Disfrutó la noche soñada como el fan culé que ha sido desde que él y su familia trazaran el meteórico trayecto Estanyol-Bescanó-Girona-Barcelona. “Ha sido uno de los mejores días de mi vida, estamos en cuartos después de cuatro años”, explicó sin que se le borrara la sonrisa de la cara, más pendiente del sorteo de la Champions que de la posible llamada de la selección española.