Solo se me ocurre una cosa mejor que sentarme a ver un partido del 6 Naciones de rugby con una cerveza rodeado de amigos, y es jugarlo en lugar de verlo. Así que confieso que mientras medio mundo veía el Inglaterra-Irlanda secando los pubs, servidor no lo vio porque estaba jugando, y disfrutando, de la doble victoria del Vallecas Rugby Unión en el Paraninfo ante la buena gente de Cisneros. Aunque la tarde se desdibujó por la fractura de tibia del gran ‘Manolito’, compañero al que deseamos una buena recuperación. Así que el domingo por la tarde me senté ante la televisión y me zampé los tres partidos de la jornada del 6 Naciones para poder confeccionar esta crónica reposada. Este fin de semana más reposada que nunca.
Italia 31-Escocia 29
Si hay una selección imprevisible esa es Escocia, a imagen y semejanza de su estrella Finn Russell. Venía avisando Italia desde el inicio del torneo y la confirmación se produjo en Roma ante los del cardo. Un triunfo de menos pedigrí, pero de trascendencia capital. Porque Gonzalo Quesada necesitaba refrendar su buen trabajo con resultados para oxigenar el ambiente. Después de rozar la machada ante Inglaterra y perdonar la vida a Francia con la infausta patada de Garbisi, llegó el triunfo ante una Escocia perezosa en los puntos de encuentro que vivió de las cargas de su delantera y se vio superada por los tres cuartos azzurri.
Sin Tuipulotu el mediocampo escocés naufragó ante la línea italiana, de la que ya elogiamos en la previa su flow, con los ensayos de Brex, Lynagh y Varney. Inferioridad que corrigió la delantera con los ensayos de dos pilieres (Fagerson y Schoeman) y un segunda (Skinner). Italia no tiró la toalla pese a ir abajo (3-14) y (10-21) y sus ‘gordos’ siguieron sacando petróleo en las abiertas, lo que permitió a Garbisi y a Page-Relo pasa tres golpes que les mantenían en el partido al descanso (16-22). La resiliencia y el espíritu constructivo italiano encontró premio en la segunda mitad, que se abrió con el ensayo de Louis Lynagh en su estreno con Italia. Lógico que al final declarase divertido: “Un partido, un triunfo. Creo que debería retirarme”. A ese ensayo le siguió otro del ‘dragón’ Varney abriendo brecha en el marcador (28-22) en el minuto 56. Italia defendió con épica y orden ante una ruinosa Escocia que perdió 16 balones y cometió 21 errores de manejo, lo que le condenó en un partido en el que dobló a su rival en metros ganados. Los de Quesada cumplían la inexorable ley del rugby (“regresar de la 22 rival con puntos”) y los de Townsend no eran capaces de rentabilizar los cuatro ensayos que posaron, por tres de los transalpinos, que sacaron brillo a los 12 golpes que concedió Escocia. Sin disciplina y sin acierto en la toma de decisiones atrás los del cardo se dejaron en Roma el crédito ganado ante Inglaterra. Italia, por su parte, puede enlazar su tercer partido seguido sin perder en Gales, y endosarle la cuchara de madera a los caóticos galeses de Gatland.
Inglaterra 23-Irlanda 22
“El mejor equipo del mundo”, Borthwick dixit, llegaba a Londres a seguir sellando el boleto de victorias camino del Grand Slam, segundo consecutivo, algo que nadie ha logrado en la historia. Detrás del elogio envenenado del seleccionador inglés se escondía un XV diseñado para gripar la apisonadora verde. Las apuestas y los análisis sesudos de expertos y panenkitas no daban ni ninguna posibilidad a los de la rosa. Pero ya se advirtió en esta ventana el viernes: “Decir que Inglaterra no es candidata a ganar en Twickenham es no haber entendido nada en la historia del rugby”.
La elección de Chessum como flanker cerrado, tres segundas al campo, recuperaba el espíritu de Courtney Lawes, siendo jugadores distintos, pero acumulando kilos y contundencia para declarar la guerra en el breakdown a los irlandeses. Andy Farrell apostó por un 6+2 en el banquillo, que llegaba a asfaltar Twickenham. Pero la aburrida propuesta de ‘Boringwick’, como han bautizado los críticos al seleccionador inglés, no es tan tediosa como la quieren hacer ver. La apuesta por Feyi-Waboso y Furbank afuera tiene un propósito creativo y afilado que los ingleses rentabilizaron. Si en Murrayfield no funcionó, ante Irlanda los ensayos de Lawrence y Furbank por las orillas legitimaron esa apuesta por jugadores con más ensayos que rugby en las manos, los pies y la cabeza.
Borthwick preparó el escenario para jugar un partido que lleva años ganando de memoria. Se defendió con la pelota en las manos (52% de posesión) y no le importó jugar más tiempo en su campo (60%). Redujeron a los irlandeses permitiéndoles ganar solo 243 metros y limitaron sus roturas de la cortina defensiva a dos (los dos ensayos), frenando su continuidad al concederles solo seis offloads y forzandóles 13 errores de manejo y 9 balones perdidos. En la primera mitad Irlanda solo anotó puntos con el pie, confirmando que aunque dominaba el punto de encuentro no era capaz de descifrar el sudoku inglés. Además Inglaterra se impuso en el lateral, robando dos touches a los irlandeses que les generaron alguna duda. Las patadas de Crowley dejaban a los de la rosa arriba en el marcador (8-12) al descanso, pero las sensaciones delataban la incomodidad de Irlanda.
En la segunda parte fue decisiva la rápida respuesta de Furbank al ensayo de Lowe, con un error monumental de Slade, para mantener a los irlandeses a tiro de una Inglaterra (13-17). Y en tres minutos, los que van del 57 al 60 pasaron varias cosas trascendentes: la amarilla a O’Mahony, el cambio de Marcus Smith por Ford y el ensayo de Earl, al que muchos culpan de no tener el peso y la contundencia necesaria para jugar de 8. El partido (20-17) pendía de cada jugada, una rotura de línea, una indisciplina, un acierto, un error… Y en el mimuto 72 Irlanda generó de nuevo superioridad por fuera y apareció otra vez Lowe para adelantar a Irlanda (20-22).
Así, el choque entró en los minutos finales cargado de electricidad. La tensión se mascaba y los de Borthwick lograron llevar el duelo a la 22 verde, donde en el 80:17, con el tiempo cumplido, el centenario Care sacó un latigazo a la espalda de la célula de delanteros que estaba lista para la última carga y allí apareció Marcus Smith para armar con velocidad la pierna y clavar un drop que daba el triunfo a Inglaterra. Care y Smith arruinaban el Grand Slam irlandés y el relato que insiste en señalar a los de la isla Esmeralda como el mejor equipo del planeta. Algo que discuten los resultados por sus desmanes competitivos en partidos como este. Inglaterra es Inglaterra y en Twickenham nunca se les debe dar por víctimas. Mucho más si pueden arruinar a irlandeses o franceses algún éxito, toda vez que hace años que los de la rosa se toman el 6 Naciones poco en serio. Son estos partidos con pedigrí lo que afilan el colmillo inglés, un equipo que no olvidemos, es semifinalista en el Mundial. El único del norte, algo que lleva pasando muchos años.
Gales 24-Francia 45
La muchachada le dibujó una sonrisa a una Francia que anduvo a la deriva durante gran parte del duelo en Cardiff. Los galos rectificaron el rumbo en el tramo final y los errores, como la patada tapada por Taofifenua a Gareth Davies que supuso el ensayo que certificó el triunfo galo. El partido, una vez más, fue caótico. Denominador común de los duelos en los que han participado los galeses en este 6 Naciones.
Los de Gatland aguantaron el tipo en la primera parte (17-20) y llegaron a ponerse arriba (24-20) en el inicio de la segunda. Para a partir de ese minuto 42 Gales desapareció del campo y encajó un parcial de (0-25) que les condenó a luchar el próximo sábado ante Italia por evitar la cuchara de madera. Destacó en Francia la consistencia que dieron los cambios en la segunda mitad, con varios debuts en la delantera, y el descaro de los jóvenes con protagonismo en la charniere de Nolan Le Garrec y la agresividad bien entendida de Louis Bielle-Biarrey.
No puede sacar pecho Shaun Edwards de la defensa francesa, que ha perdido su solvencia y filtra mucho, pero menos aún Gatland con una Gales que presume de su volumen de placaje, pero es el equipo que más ensayos encaja del torneo (14). La sensación de descontrol de los galeses en su juego de ataque y la falta de un plan de juego explica las cuatro derrotas en cuatro partidos de los ‘dragones’, que están digiriendo muy mal el relevo generacional. Precisamente esta transición, que debió hacerse de forma más escalonada y controlada, es la culpable de este desbarajuste anárquico en el que vive instalado en rugby galés, no solo su selección en el césped.
Francia sigue generando mucha inseguridad. Su talento y el compromiso de sus jugadores la salva en los partidos, pero el XV del gallo sigue en plena depresión porque no hay una identidad de juego ni líderes en el campo, especialmente tras la marcha de Antoine Dupont y con Ntamack fuera muchos meses por lesión. El torneo se cierra con un Le Crunch en suelo francés y un Irlanda-Escocia que de ganar escoceses y franceses terminaría con un cuádruple empate que sería un buen colofón a un torneo del que no se pueden ni deben sacar conclusiones trascendentales más allá de que el rugby terminará por reventar a los jugadores.