Quizás en exceso por ser el primer tropezón a la vista de que la temporada está solventada con nota, Carlos Alcaraz tiró de autocrítica después de su prematura e inesperada salida del US Open. “La verdad que lo que siento ahora mismo es que en vez de dar pasos hacia delante, he dado pasos hacia atrás en tema de cabeza. Y no entiendo por qué, porque venía de un verano espectacular, de Roland Garros (campeón por primera vez), de Wimbledon (segunda), saliendo de ahí diciendo que mentalmente había dado un paso hacia delante, como que me había dado cuenta de que para ganar grandes cosas o Grand Slams había que estar duro de cabeza”, se lanzó el tenista murciano tras ser eliminado en segunda ronda por el holandés Botic van de Zandschulp.
“Vengo a esta gira y es como que he dado pasos hacia atrás”, abundó un sincero Alcaraz, que no buscó excusas ni puso paños calientes a una derrota sin paliativos (6-1, 7-5 y 6-4, en solo 2 horas y 19 minutos) . “Como que mentalmente no estoy bien, como que no estoy fuerte. Uno de los problemas que tengo es que no sé controlarme, no sé cómo gestionarlo y eso para mí la verdad que es un problema”, abundó, poniéndose en alerta para lo que queda de año y avisándose a sí mismo de que ni con su talento, bastante por encima de la media, es suficiente.
Y el foco, en ese sentido, está en la cabeza. En la involución mental que, a su juicio, le ha llevado a caer como pocas veces le ha ocurrido en el escenario que, hace dos años, le vio consagrarse. Ese al que llegó siendo el niño bonito de una ciudad, Nueva York, que le adora desde entonces y en la que ahora ni ha podido competir: “Tengo que ver qué ha pasado exactamente o qué me pasa exactamente. La verdad es que ha sido un verano con muchas emociones, muy exigente. El calendario del tenis es muy apretado, vienen las cosas superapretadas. He tenido mis momentos de desconexión, pero bueno, pienso que me estoy conociendo todavía y que a lo mejor como persona necesito más tiempo”.
El aviso de Cincinnati
La alerta se encendió en Cincinnati, pero quien más quien menos esperaba que aquello fuera un tropiezo sin importancia. Las señales, esa raqueta destrozada como nunca había hecho y las consecuencias, la derrota en segunda ronda del Masters 1.000 americano ante Gael Monfils. Pero ya había pasado otras veces, sin ir más lejos hace unos meses cuando el murciano ganó Wimbledon tras despedirse a las primeras de cambio en Queen´s. Y por eso Alcaraz, capaz hasta ahora de adaptarse a cualquier lugar , viajó confiado hasta Nueva York.
Pero esta vez no fue así. Ni cerca estuvo. Quien sabe si la exigencia del calendario, caragadísimo en los últimos meses incluso para un joven de 21 años como es él, ha pesado también a la hora de llevarle a protagonizar dos de los peores partidos de su carrera, como él mismo los ha calificado. O si la saturación viene por otros factores, como la exigencia a la que se autosomete, obligándose a ganar semana sí, semana también.
“Descansé un poco después de los Juegos. Pensaba que era suficiente y me ayudó, pero tal vez no lo fuera. Probablemente no haya llegado aquí con la energía que pensaba que tendría, pero no creo que eso me afectase”, dijó el murciano, poniendo el foco más en lo segundo que en lo primero.
La Davis a la vista
“Tengo que ir conociéndome a mí mismo, saber qué necesito en cada momento. A lo mejor yo soy un tipo de persona a la que tener un calendario tan apretado no le viene bien, o que mentalmente me exijo más de la cuenta. Tengo que ver qué pasa exactamente, pero la verdad que no he pensado en toda la exigencia tan seguida y en que eso es lo que me podría haber afectado”.
Solo dos veces había caído en la segunda ronda de un Grand Slam. Las dos llegaron en 2021, cuando solo tenía 18 años y acababa de desembarcar en el circuito. Poco o nada que ver con lo de ahora, consolidado ya como la gran estrella del circuito que es y tras una excelente temporada que cerrará por lo menos con dos grandes más en la buchaca, además de Indian Wells y la plata en los Juegos. Esa que le dejó un sabor agridulce a pesar del mérito, tras caer en la final ante Novak Djokovic.
Ahora, el número tres del mundo regresará a casa con la vista puesta en la fase de grupos de la Copa Davis (del 10 al 15 de septiembre) y la Laver Cup de Berlín (del 20 al 22) antes de afrontar una gira bajo techo que siempre se le ha resistido. Ese, cerrar bien el año por primera vez en su carrera, será el objetivo.