Radiante, feliz y sonriente. Carlos Alcaraz (El Palmar, 2003) volvía este lunes al escenario de su conquista, Roland Garros, para hacerse las fotos oficiales en la Philippe Chatrier con la Copa de los Mosqueteros. Vestido con americana, pantalón negro y camisa blanca, Louis Vuitton y Rolex en la muñeca derecha, listo para revivir su primer Roland Garros con los medios españoles acreditados, en la sala de prensa del torneo. A pocos metros, la intensidad en las instalaciones era máxima, con decenas de tráilers que entraban y salían para desmontar las instalaciones y dejarlas preparadas para los Juegos Olímpicos que van a celebrarse en París, dentro de 40 días.
-¿Ha dormido con la copa?
-No. Se la dejé a mi padre para que la disfrutara también.
-¿Cómo está tras el triunfo?
-Hoy estoy en una nube. Es un sueño cumplido. Poner mi nombre aquí es increíble. Ganar aquí y sabiendo todos los jugadores españoles que lo han hecho, es un sueño que tenía desde que empecé a jugar a tenis. Estoy orgulloso por poner mi nombre, el de un chaval de El Palmar, en la historia del tenis.
-¿Y cómo lo celebró?
-Con mi familia y con mi gente de Murcia, mis amigos. Fuimos a cenar. Comí lo que no estaba comiendo por el tema del gluten. Saqué el pie del acelerador. Me solté un poco y brindé con champán, era la ocasión. Hay que disfrutar este tipo de momentos. Después de todo el trabajo, del sufrimiento.
-¿Y cómo se vive eso con la familia y los amigos?
-Con la máxima ilusión. Aún vemos vídeos que salen de cuando yo era pequeño, aquí en París viendo Roland Garros, la Torre Eiffel… Y ahora, años después, estoy levantando la copa. Es como un sueño. Es superespecial levantar este tipo de títulos. Es el torneo que veía desde pequeño. Aunque sea el tercero o el décimo, lo viviré como si fuera el primero.
-¿Qué tres imágenes le vienen a la cabeza?
-La primera. Estar preparándome antes del partido, una hora antes. Los vendajes, todos en la sala de fisio, hablando un poco, haciendo bromas porque la tensión se podía cortar con un cuchillo. La segunda, cuando subí a celebrarlo al box para darle el abrazo a toda mi gente. Y después, estar con todos los amigos y la familia en la cena.
-¿Ninguna del partido?
-La verdad es que soy más de vivir los momentos con mi gente. Es con lo que más me quedo.
-Tampoco lloró en la pista.
-No. Soy más de llorar de frustración que de felicidad. No lloro mucho. Aunque con el tema de la lesión sí que lloré un par de veces, cuando tuve que perderme torneos que me hacían mucha ilusión.
-Llegaba a Roland Garros después de la lesión en el brazo ¿Temió perdérselo?
-Ha habido momentos de tomar decisiones muy difíciles. Tenía incertidumbre. En Madrid, después de cuatro partidos me molestaba. Tenía dolor y tuve que renunciar a jugar en Roma. Aquí, conforme pasaban las rondas, me iba sintiendo bien. Sin dolor, pero con precaución. En semifinales fue cuando ya no tenía que cohibirme para pegar la derecha a un 80 o 90 por ciento. Si me dolía, que fuera aquí. No era hora de tener miedo, sino de confiar en el trabajo que había hecho y olvidarme de todo.
-¿Días de sufrimiento?
-Mentalmente fue una angustia. El brazo derecho lo uso para todo. Imprimo mucha velocidad y fuerza en cada golpe, y el antebrazo sufre mucho. Es una zona en que me preocupaba mucho, que no la iba a recuperar al cien por cien. Hice pruebas y llegamos aquí con todo hecho para llegar lo mejor posible, pero yo tenía en la cabeza que eso no fuera suficiente.
-Ha ganado ya tres Grand Slams con 21 años.
-Creo que lo más importante es la cabeza. Aguantar 16, 17 años en lo más arriba de tu nivel peleando por grandes títulos, año tras año tras año, lidiando con la presión y las lesiones, es algo fuera de lo normal. Esa continuidad es algo que pocos logran. La fortaleza mental y la cabeza es lo que hacen que el día de mañana pueda estar en el debate del GOAT (Greatest Of All Time, el mejor de todos los tiempos).
-¿Siente que ha aprobado definitivamente su lección en Roland Garros?
-El año pasado suspendí clarísimamente esa asignatura, pero vinimos con los deberes hechos y lo hemos podido hacer mucho mejor. Lo he aprobado, aunque no con matrícula. Es un trabajo que mejorar y tengo que seguir creciendo.
-Llegan Wimbledon y los Juegos Olímpicos ¿Qué prefiriría ganar?
-Complicado, pero los Juegos son cada cuatro años y representas a tu país y a todos los españoles. Yo elegiría el oro olímpico.
-Dentro de 40 días vuelve a París para los Juegos ¿Qué espera?
-Cuando vuelva aquí tendré flashbacks. Algo muy bonito y especial. Serán mis primeros Juegos 40 días después de mi primer Roland Garros Garros. Pelear por un oro, llevar una medalla a mí país, jugar con mi ídolo, son cosas que no me creeré hasta que llegue el momento.
-Tierra, hierba y cemento ¿En que pista se siente mejor?
-Crecí en tierra batida, pero la mayoría de torneos son en rápida. Tuve que practicar más en dura, y empecé a sentirme más cómodo en mis movimientos. Pero mi juego cambia muy bien de superficie a superficie. Las dejadas, las voleas… Intento desarrollar mi tenis en agresividad, con adaptación a las superficies.
-¿De cúal de sus tres Grand Slams se siente más orgulloso?
-Es una pregunta difícil de contestar (sonríe). El US Open fue muy especial. Era mi primer Grand Slam, un sueño, y alcancé el número 1. Pero la manera de ganar en Wimbledon, a Djokovic en cinco sets, también fue muy especial. Y ahora levantar el trofeo de Roland Garros, después de todo lo que he pasado estos meses… Probablemente éste es el momento del que más orgulloso me siento, por todo lo que he hecho en el último mes para estar preparado.
-Está en un momento de su vida muy feliz ¿Hay algo malo?
-No es un camino de rosas en lo profesional, y en lo personal hay que lidiar con cositas. Me considero una persona muy feliz. En la vida deportiva está yendo muy bien y también en la personal. No tengo grandes preocupaciones fuera del tenis. Ayuda a vivir cómodamente y tranquilo. De momento, estoy muy feliz de tener a la gente que tengo alrededor.
-¿Cúales son sus planes, ahora?
-Voy a jugar Queen’s, Wimbledon y los Juegos. Ese es el calendario más próximo si todo va bien. Si no va muy bien en hierba, nos adaptamos a cualquier cosa y hablaremos para ver qué hacemos. Hierba, con bolas duras, va a ser complicado. En Wimbledon, en 2022, me vino el problema del codo. Tuve que ponerme la bracera y no sé si me la pondré ahora o no. Serán mis sensaciones. Cómo me vea.
-Se tatuó un recuerdo de sus victorias en el US Open y Wimbledon ¿Lo hará por Roland Garros?
-Sí. Me lo haré en el tobillo izquierdo. En Wimbledon fue en el derecho. Creo que pondré la fecha y una Torre Eiffel. Lo haré, pero ya les he dicho a mis padres que sólo será el primero de cada uno que consiga. No creo que mi madre me diga nada por el motivo que es.