Desde que hace un siglo la Familia Real pusiera de moda los veraneos en Santander, esta joya del Cantábrico no ha dejado de atraer a los visitantes en los meses estivales. Con su entorno inigualable, su gastronomía insuperable y su clima, para algunos mejorable, no deja a nadie indiferente. Y, por qué será, la mayoría de quienes conocen esta forma de veranear, la repiten.
Aunque ya no se llevan los baños de ola, tanto a los viajeros como a los locales les gusta disfrutar de las playas de la capital, de gran calidad y señorío. La mayoría optan por la de El Sardinero, mundialmente conocida por su fácil acceso y amplitud, que en función de las mareas se une a la segunda del mismo nombre y a la de la Concha. Está en plena zona urbana y es de gran comodidad para sus usuarios, que pueden disfrutar de las vistas del Palacio de la Magdalena a la derecha, del faro de la isla de Mouro al frente y del faro de Cabo Mayor a la izquierda.
Sin embargo, para quienes quieren huir de las aglomeraciones y buscan una mayor privacidad, la capital montañesa cuenta con otra opción de primera calidad: la playa de Mataleñas. Con un acceso más intrincado, pues está en un acantilado de la zona noroeste y hay que subir por la carretera del faro hasta una altura de 50 metros sobre el nivel del mar, se trata de una cala tranquila y de aguas cristalinas.
Hasta ella se desplazan todo tipo de bañistas, desde familias a chavales que acceden en los autobuses urbanos que les acercan desde el centro. Y, por supuesto, usuarios del cercano camping o de las numerosas autocaravanas que estacionan en los amplios aparcamientos de la zona junto a los del campo de golf de Mataleñas, que flanquea el arenal por su parte derecha. Se trata del primer recorrido municipal inaugurado en España en 1988, gracias al empeño de Severiano Ballesteros, y convive con total naturalidad con el resto de las actividades de ocio de la ciudad.
El único inconveniente de la playa, que es la clave de su privacidad, es el centenar de escalones que hay que descender (y lo que es peor, subir después) para acceder a su blanca arena. Eso sí, una vez desplegada la toalla, la tranquilidad es absoluta. Y eso es lo que más gusta a los usuarios, como lo refleja el estudio de Holidu, realizado con las puntuaciones y las reseñas de Google Maps, que indica que es la segunda playa de España más valorada con una puntuación de 4,8 en 2.215 reseñas, solo por detrás de la Playa de Cofete, en Fuerteventura.
Los datos están ahí y los gustos, también. Aunque, según la moda que se está imponiendo entre los habitantes de zonas emblemáticas, igual no conviene difundirlo mucho para que la playa no se llene demasiado…