La siguiente historia se centra en los primeros años 80 y tiene por protagonista a Ángel María Altolaguirre Ariz (San Sebastián, 1958), músico y productor que hoy se dedica al yoga y pasea por Malasaña con su perra Miranda. El ídolo de Ángel es Iggy Pop, pero Iggy Pop no ha vivido lo que Ángel Altolaguirre, fundador en 1977 de la banda punk Negativo y, más tarde, músico, técnico y productor de Alaska y Dinarama y Gabinete Caligari, entre otros.
Para poner en orden la narración, empieza hablando Ferni Presas (bajista de Gabinete Caligari) de Ángel, que entonces trabajaba en El Huerto, al lado de la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián: “Una vez tocamos Poch (Ignacio María Gasca Ajuria), Alejo Alberdi, Jaime Urrutia y yo con un batería que tenía trece años que tocaba en Los Patos, un chavalín que conocían Poch y Alejo. Hicimos un grupo que se llamaba Los Confiscadores de Polos y en unos pocos días preparamos unas canciones para tocar allí”. “Era muy frecuente usar alias para no gastar el nombre principal. Como Derribos Arias ya habíamos tocado […] en el Peine del viento con Asco, Negativo y UHF, Poch también hizo un concierto conjunto con los miembros de Gabinete, mezclando repertorios, y salieron como Derribos Arias”, explica Alejo Alberdi en Jot Down al respecto de Los Confiscadores de Polos.
Ferni trata de hacer memoria. Recuerda que esa tarde, cuando Ángel, que entró al local para buscar unas llaves, explotó una bomba. “Le salvó que se había agachado donde la barra. Se libró de casualidad. Decían que en El Huerto se vendía droga y por eso ETA lo tenía como objetivo”. Pero El Huerto no era más que un bar de rock, el “cuartel general” de Negativo, y quien perpetró el atentado fue una banda cercana al grupo terrorista. El propio Ángel cuenta en El País lo sucedido, que cambia un poco la versión de Ferni, pues no entró a por unas llaves, sino que estaba poniendo discos: “Me cayó encima una tabla, botellas… Se llenó todo de polvo. No hubo víctimas porque el explosivo, Goma-2, no tenía mucha potencia. La bomba estalló en el cuarto de baño. […] Sufrí un shock indescriptible. Fue un impacto mental y emocional terrible: estuve siete días dando vueltas por ahí con una moto y sin ir a casa. Les molestaba que a unos rockeros como nosotros no les importase lo más mínimo la kale borroka”.
El ‘guitar killer’
Tras el atentado, Ángel se muda a Madrid y aterriza con un cúmulo de años de experiencia con Dolmen, la Orquesta Mondragón y Negativo. En la capital, además de compartir pisco con Alejo Alberdi y Poch, Ángel entra en la oficina de contratación Roll, dirigida por Santi Cano, fichando así como técnico oficial de Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop y de Gabinete Caligari.
Todo se disparó para él cuando, tras mucho trabajo y muchos bolos, Alaska y los Pegamoides se separan y hacen Alaska + Dinarama, Carlos Berlanga se va a hacer la mili a Canarias y a Ángel le cogen como su sustituto. “Conectamos y, dado mi bagaje a nivel técnico y a nivel músico, deciden que yo produzca el primer disco de Alaska + Dinarama, Canciones profanas, que sorprende a mucha gente, prensa incluida, y sobre todo músicos”, sobre todo por el tema Rey del glam, con Loquillo y Jaime Urrutia haciendo coros. A partir de entonces, a Ángel le empiezan a llegar propuestas de Nacha Pop, Mamá o Radio Futura.
Cuando se reunía con las bandas, les decía que si contaban él era para actualizarlos. Su labor como productor era ponerlos en liza. “Nacha Pop, en última instancia, se acojonaron y no quisieron que yo les produjera. Con Mamá pasó lo mismo, que se acojonaron y decidieron hacer el disco (titulado Mamá) con Luis Cobos. Pero Gabinete no tenía miedo a esa actualización”. De hecho, le dieron carta blanca para proponer y producir el que sería el primer LP de la banda: Que Dios reparta suerte.
En directo, Ángel conseguía un sonido potente al que los Gabinete llamaban “cuchillero”. “Era muy crudo, pero es que ellos eran un trío, además uno limpio. La base era muy simple”. Fue Nacho Canut quien le llamaba guitar killer, porque endureció el sonido de Dinarama sin comprometer la parte comercial de la canción. “Lo hice más atrevido, más potente. El estilo David Bowie con buenas guitarrazas, pero sin ser tan polite como lo hacía Carlos Berlanga”. También sabían que él –en esa época– estaba muy loco, con drogas de por medio, “pero es que era lo normal en nuestro entorno y a nuestra edad; estábamos todos hasta las cejas de drogas”, defiende Altolaguirre.
‘Business is business’
Ángel Altolaguirre da fe de algunas de las “gamberradas” de un grupo de pasotas puestos hasta arriba. El protagonista se va al 12 de octubre de 1983, al concierto de Alaska + Dinarama en el Velódromo de Anoeta en beneficio de los damnificados por las riadas en el País Vasco en agosto. Además de Alaska + Dinarama, el cartel lo componían Derribos Arias, Mecano, Nacha Pop, Orquesta Mondragón, Joan Manuel Serrat y Triana, que daría su último concierto. Ángel no había vuelto al País Vasco desde el atentado, por lo que aprovechó la ocasión para adelantarse y dedicarle unos días a la familia y unos minutos a un camello que le iba a vender heroína un sesenta por ciento más pura que la que conocía. Se la pasaría a Johnny Canut en el camerino, antes del concierto. “Le advertí que tuviera cuidado, que se midiera, que aquello no era como el brown sugar de Madrid. Pero mi irresponsabilidad fue confiar en él. Me tenía que haber quedado ahí con él y ver lo que hacía. No me hizo ni puto caso”, lamenta.
Preparados todos para el espectáculo, Altolaguirre enchufó su guitarra y esperó a que Johnny Canut diera la entrada. Pero el batería no arrancaba; Johnny estaba apoyado en el timbal base de la batería. “¡Me cago en tu puta madre!”, le gritó Ángel. Recuerda que salió Pito Cubillas (mánager) corriendo para darle dos meneos y espabilarlo. “Al final tocamos dos o tres canciones, no lo sé, porque al terminar una de ellas se cayó. Le quería matar”. Dice Ángel Altolaguirre que aquello era lo normal; cuando tocaban en recintos cerrados, como plazas de toros, campos de fútbol o polideportivos, podía entrar cualquiera, porque no había seguridad. Estaba el músico, la banda y el equipo. “Y ¿a quién te encontrabas en el camerino? Pues a los dealers de la zona o del pueblo, porque sabían que había negocio”. Invitaban, probaban el material y compraban. “Alaska (Olvido Gara) era una santa. Tenía que soportarnos siendo nosotros unos drogadictos y unos pasotas. Eso tiene un mérito de cojones”, subraya.
Más que Motörhead
Gabinete Caligari vivieron (y sufrieron) lo que era comprarse una habitación de hotel. Ferni adjudica esta transacción al primer conductor de Gabinete, Ramón (Mon) Pampín, y a Ángel Altolaguirre, que dejaban irreconocibles las habitaciones de hotel a los cinco minutos de instalarse. Ángel no lo niega. De hecho, en compañía de Poch y Derribos Arias arrasó con una habitación del Hotel Sants de Barcelona. “Derribos eran más de mezcalina y de tripis, así que además de meternos lo que los metíamos, íbamos todos hasta las cejas de mezcalina. Estábamos más activos pero se nos podía ir la pinza en cualquier lado”. La noche después del concierto llegaron como cabras al hotel. Ángel no sabe cómo empezó todo, pero estaban destrozando la habitación de Poch. Rompieron la cama saltando encima de ella y Altolaguirre vació un extintor que acabó saliendo por el balcón. “¡Podía haber matado a alguien!”, exclama. “Cayó encima de un coche en el que estaba apoyado una prostituta que llamó a la policía”. Es en ese instante cuando aparece Santiago Cano, de Roll, gritando: “¡¿Qué habéis hecho, cabrones?!”.
Desaparecieron todos. Solo se quedaron Poch y Ángel en la habitación. Se metieron en la cama desvencijada, cubierta de polvo blanco, y se hicieron los dormidos en un burdo intento de engañar a la policía, que tiraba de ellos mientras se aferraban al colchón. Por la mañana, al levantarse, Ángel se metió en la ducha. Solo podía pensar: “trágame, tierra”. Entonces entró la señora de la limpieza, que al verle desnudo le saludó tan tranquila y le dijo a la vez que recogía el caos: “Que sepas que los Motörhead solo quemaron las cortinas. Los habéis superado”.