Un cartel anuncia desde las columnas de la ciudad donde se suelen poner los eventos musicales la gira de la argentina Mariana Enriquez por España. Como una rock star. Y el guiño promocional está acertado: su novela ‘Nuestra parte de noche’ la expulsó de un pequeño pero muy fiel y entregado club de admiradores transformándola en una autora de culto amplísimo, que tanto pueden disfrutar los amantes estrictos del género de terror como los lectores que buscan más intensidad literaria.
Se diría que no es fácil ponerse a escribir después de aquella inmensa novela, pero Enriquez, peleona como siempre, dijo quién dijo miedo y el resultado un nuevo libro de cuentos ‘Un lugar soleado para gente sombría’ (Anagrama) en el que establece una amplia cartografía de sus más apreciados terrores, colocando en un lugar especial a sus queridos fantasmas. Buenos Aires es, sobre todo, una ciudad de fantasmas o de desaparecidos (otra forma de llamarlos) y en este libro quizá haya más almas en pena que en ningún otro de la autora.
La autora en su visita a Barcelona constata como ha habido una evolución en su manera de construir el género desde sus 20 años, cuando el terror ya animaba sus historias, hasta los 50 que tiene ahora y empiezan a impregnarse de otras cosas: “Mientras vas creciendo te vas preguntando cuáles son los nuevos miedos que aparecen y resulta que cada vez son más. El no ser ya joven, por ejemplo. Así que este libro, que incluye a personas de todas las edades, ha sido para mí como una nueva forma de analizar los miedos del adulto. Y de ahí vinieron los fantasmas que son la culpa, lo recurrente, el trauma que suelen asociarse al fin de la vida”.
La profeta
También están ahí, como lo han estado siempre en su literatura, la pobreza y las terribles condiciones económicas del país que se concretan en los barrios periféricos bonaerenses y los pueblos desolados del interior y que ahora leída a la luz (o quizá mejor, las sombras) del ascenso a la presidencia de Javier Milei adquieren una cualidad profética. Si las fantasías de Kafka remiten a Hitler, las pesadillas de Mariana señalarían el camino a la nueva realidad político-terrorífica del país.
“Milei no es un marciano, había condiciones de hartazgo de los ciudadanos muy peligrosas que la política tradicional no supo contener o no quiso hacerlo, en el sentido de no querer verlo y que dio lugar a que gente no muy informada tomara una decisión por la máxima, todo lo contrario a lo que se ha hecho hasta ahora. De ahí que yo haya captado esa atmósfera de desesperación de la gente que estaba en el aire que dio un resultado con el que no estoy de acuerdo, pero también es cierto que yo no sentía esa desesperación”.
Stephen King y ‘Carrie’
Y como siempre ahí está Stephen King, como padre fundador de su literatura, a él responsabiliza la autora esa renovadora manera de entender nuestros terrores que ya no tenían que ver directamente con las fantasías de Poe o Lovecraft y sí con los temores que desde los años 70 nos impone la realidad: lo fantástico ligado a la violencia o al true-crime. “Él dice -explica en clara alusión a ‘Carrie’, su obra maestra- que el miedo está en una escuela, con una chica a la que le hacen bullying y después esa chica mata a todos sus compañeros con el poder de su mente. Si hubiera tenido un arma sería lo que pasa una vez a la semana en los Estados Unidos con sus francotiradores juveniles. Lo que hace es tomar los terrores reales de su cultura y de su país y alimentar sus ficciones Eso nos abrió la puerta a mucha gente de mi generación para que nos interrogáramos sobre nuestros miedos y los utilizáramos”.
‘True detective’
Pero también admite la autora influencia de Thomas Ligotti, un cultivador del terror metafísico, muy poco conocido, de quien revela un dato interesante: buena parte de los laberínticos y catárticos parlamentos de Matthew McConaughey en aquella obra maestra que fue la primera temporada de ‘True Detective’ están extraídos directamente de uno de los libros de este, ‘La conspiración contra la especie humana’. “A Ligotti le obsesiona la idea de qué llamamos real y qué hay detrás de ello. Qué pasa si descubrimos que la realidad en la que vivimos es un simulacro, sentirnos en un lugar que cambió de reglas. Y eso es un tipo de miedo muy actual que está alimentando en la cultura popular con series como ‘Black Mirror’”.
La opción de la autora, es sabido, es transformar su dura memoria histórica respecto a la dictadura militar en narraciones: “En nuestro país el pasado da miedo, no tanto porque se vuelva a repetir, como por las cosas no resueltas. Más allá de cómo se resolvieron políticamente los crímenes de estado a través de las leyes y los juicios, que es algo que a mí me enorgullece, más de 40 años socialmente todavía estamos discutiendo sobre el número de muertos, que si 6.000, que si 30.000, y me temo que con el tiempo tampoco se va a resolver. Además individualmente ahí se instalan miedos de lo que no quieres enfrentar con tu familia, de los errores personales que no quieres ver y las consecuencias que pueden tener en el presente. Faulkner decía que el pasado nunca pasó, que siempre está presente. Es algo que vuelve y vuelve. Así es precisamente cómo se forma un fantasma, alguien que se nos presenta para que solucionemos lo que se hizo con él”.
A lo largo de las calles de Buenos Aires, es fácil encontrarse con placas que recuerdan los lugares donde se vio por última vez a los desaparecidos en las que Mariana ha ido reparando tantas veces desde que era pequeña. Ella sabe que trabaja con la memoria de la gente, la gente se acerca a ella y se lo agradece. No vuelven edulcoradas sino en forma de historias que hielan la sangre. No hay otra manera.